París

La regenta destronada de Cartago

Leila Trabelsi, la mujer de Ben Ali, y su familia, saqueaban el país desde el poder. 33 familiares han sido detenidos 

Leila Trabelsi vota junto a su marido Ben Ali, el presidente derrocado de Túnez
Leila Trabelsi vota junto a su marido Ben Ali, el presidente derrocado de Túnezlarazon

Bulímica de poder y ávida de dinero. Es sólo una de las descripciones que se hacen de Leila Trabelsi, la ex primera dama tunecina. Aunque no es una consorte cualquiera. Su historia es la de una arribista con ansias de grandeza y maneras de predadora. La historia de una peluquera, de humildes orígenes, que se convertirá en 1984 en la amante «casi oficial» del coronel Ben Ali con el que se casará, en segundas nupcias para ambos, en 1992, cinco años después de que éste acceda a la Jefatura del Estado, tras apartar del camino a Habib Bourguiba, el padre de la independencia.

Al frente de una prole de diez hermanos, Leila es la cabeza visible y cerebro de un clan familiar que junto al del derrocado presidente, los Ben Ali, han controlado corruptamente todos los hilos de la economía de esa nación magrebí, ensalzada durante mucho tiempo por la comunidad internacional como ejemplo de desarrollo en el continente africano. Ha tardado mucho tiempo Occidente en poner nombre a ese régimen, en tachar de dictadura los veintitrés años de mandato de Zine El Abidine Ben Ali, que el pueblo ha hecho ahora saltar por los aires.

Organización casi mafiosa
Aunque las corruptelas del matrimonio presidencial no escapaban a la atenta mirada de la Casa Blanca. En una comunicación oficial, el embajador estadounidense calificaba de organización «casi mafiosa» la tentacular red de las familias Ben Ali-Travelsi, según los telegramas filtrados por Wikileaks. Los dos clanes se han repartido durante décadas un jugoso pastel. No hay operación financiera que no pase por el palacio presidencial ni gran contrato que no lleve estampada la firma familiar. Dominan todos los sectores: construcción, telecomunicaciones, hostelería, turismo, distribución, etc… Con extrema habilidad la flamante primera dama se desvela por combatir a todos aquellos que gravitan en torno al presidente. De hecho, los allegados del mandatario, que prosperan principalmente gracias a los negocios de exportación-importación y el contrabando de alcohol, se concentrarán en su feudo de Sousse. Sobre todo tras la muerte «Moncef» Ben Ali, cabecilla del clan y condenado en Francia a prisión por tráfico de drogas, aunque no llegó a ser extraditado.

Minucias, si se compara con el poderío de los Trabelsi. El «Corleone» del clan se llama Belhassen. Según varias biografías, el hermano de la presidenta consorte no sólo se mueve con total impunidad por el país al volante de lujosos coches sino que impondría su ley a golpe de amenazas. Por costumbre tenía, según relatan los cables de Wikileaks, dejar asomar con cierta frecuencia su pistola. La lista de sus negocios es interminable: participaciones en la compañía de aviones Karthago Airlines y en Global Telecom, pasando por el control de varios medios de comunicación (Mosaïque FM y Carthague TV), varias empresas en el sector turístico y la promoción inmobiliaria.

Cuentas suizas
Como incuantificable es también la fortuna de la pareja presidencial, producto del desvío de fondos, expropiaciones y demás maniobras corruptas. Unos cinco mil millones de dólares repartidos en cuentas depositadas en Dubaï y Suiza, entre otros países, y exclusivas propiedades. Sólo en Francia, poseen varios pisos en París, una casa en Courchevel, y distintos chalés en la zona de Saint Tropez en la Costa Azul.

Pero en estos últimos años la ambición de Leila Trabelsi era más política que económica. Aunque sabía que era difícil y que contaba con el rechazo de los elefantes del RCD, el partido de su marido, se imaginaba sucesora. De hecho, junto con el derrocado presidente Ben Ali, el matrimonio vivía una suerte de cohabitación en el Palacio de Cartago. Aquejado de un cáncer –de próstata según los rumores–, el mandatario se limitaba a las cuestiones de seguridad dejando en manos de su esposa la toma de ciertas decisiones.

Como cuando en 2007 le retira inexplicadamente la nacionalidad tunecina a Souha Arafat, la viuda del líder palestino, exiliada desde 2004 con su hija en esta nación magrebí. Al parecer el apetito financiero de la viuda del difunto líder palestino no es del gusto de Leila que siente a su socia -con quien crea la Escuela Internacional de Cartago– como una amenaza para su poder. Según otras versiones, las buenas relaciones se envenenan por la boda secreta de Souha con un hermano de la ex primera dama.

Al final, la irrefrenable sed de poder ha podido con la regenta de Cartago, condenada a un provisional exilio en Arabia Saudí, con la justicia en los talones y un clan familiar, que a falta de poder huir, ha acabado siendo carne de la venganza de todo un pueblo: esta semana 33 miembros de la familia han sido detenidos.