Puebla

Sube a los altares el obispo protector de indios y perseguido por los jesuitas

El presidente Herrera, el vicepresidente del Senado Lucas y Jesús Quijano, en la delegación civil en la beatificación de Palafox.

Herrera saluda al cardenal de México Norberto Rivera, con Quijano al fondo
Herrera saluda al cardenal de México Norberto Rivera, con Quijano al fondolarazon

El Burgo de Osma- El obispo que más protegió a los indios de la Nueva España, odiado por los Padres de la Compañía, que lo persiguieron incluso después de muerto, el venerable Juan de Palafox y Mendoza ha podido subir finalmente a los altares, casi 400 años después de su muerte en la Villa soriana de El Burgo de Osma, convertida en corazón del Orbe Católico, entre el gozo y la alegría de las mismas gentes humildes y sencillas a las que dedicó su vida y defendió hasta la extenuación de los abusos y atropellos del poder temporal y de algunas órdenes religiosas y jerarcas de la propia Iglesia. «Es asombrosa la lista interminable de santos que España ha dado a la Iglesia». Así empezó su intervención el legado pontificio, el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación Vaticana para las Causas de los Santos y legado del Papa Benedicto XVI, acompañado de otros cuatro príncipes de la Iglesia y cuarenta arzobispos y prelados, cientos de sacerdotes y miles de fieles fueron testigos de la beatificación del obispo Palafox.

Virtudes cristianas
Una elevación a los altares que representa el reconocimiento público y oficial de la Iglesia de que estamos ante alguien que vivió de manera heróica las virtudes cristianas y representa, por su personalidad tan atrayente para todos, un modelo a imitar, tanto por la riqueza de su espíritu, como por su abnegada vida de servicio y entrega a los demás.
Desde hoy, podrá ser venerado en público y su fiesta litúrgica tendrá lugar el 6 de octubre de cada año. En la carta apostólica mediante la cual el Santo Padre declara beato al obispo Palafox, se fija esta fecha, aunque en principio se planteó el 1 de octubre, pero la coincidencia con la celebración de Santa Teresita del Niño Jesús ha motivado la elección final de ese día, previo a la celebración de la Virgen del Rosario.
Por su parte, el obispo de Osma-Soria, Gerardo Melgar, abrió la ceremonia destacando el rastro imperecedero en la Diócesis oxomanense del nuevo beato «al elevar el nivel espiritual de la misma y su carácter generoso con los pobres hasta el extremo».
La misa reunió a doscientos sacerdotes, entre los que se encontraban cinco cardenales, dos de ellos prefectos de congregaciones vaticanas. Además de Angelo Amato, el columnista de este periódico, Antonio Cañizares, y el Nuncio del Papa en España, Renzo Fratini, concelebraron una ceremonia estuvo marcada por una vigorosa presencia iberoamericana, encabezada por el cardenal de México, arzobispo de Puebla, Monseñor Víctor Sánchez Espinosa, así como algunos diputados y muchos sacerdotes y fieles.
Del mismo modo, la directora general de Cooperación Jurídica Internacional y Relaciones con las Confesiones del país azteca, Aurora Mejía, se desplazó hasta la provincia soriana para acudir al acto de beatificación. La representación civil estuvo encabezada por el presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera; el vicepresidente segundo del Senado de España, Juan José Lucas; el vicepresidente tercero del Congreso de los Diputados, Jorge Fernández Díaz; el portavoz de la Comisión Constitucional en la Cámara Baja, Jesús Quijano; y el presidente navarro en funciones, Miguel Sanz, entre otros dirigente s.
Entre las sorpresas que deparó el acto -cuyo contenido, su fondo y forma, quedó perfectamente medido-, la imagen del nuevo beato, descubierta durante la ceremonia de beatificación, tras la lectura de la carta de Benedicto XVI. Una obra de arte muy aplaudida y que ha sido realizada por la hermana Francis Robles, religiosa agustina del monasterio de la Conversión de la localidad palentina de Becerril de Campos.