Huelva

Juanito Navarro: «Los papeles dramáticos son lo mío»

El concepto popular cobra todo su sentido en la figura de Juanito Navarro. Es famoso, es actor del pueblo y para el pueblo, y ha estado siempre, y está, al alcance de todos los españoles, como el No-Do. Ha sido, y es, la parodia con boina y tirantes de la España eterna y profunda en los escenarios, el cine y la televisión

Juanito Navarro en su casa, rodeado de una colección de dibujos y caricaturas
Juanito Navarro en su casa, rodeado de una colección de dibujos y caricaturaslarazon

Sesenta años de éxitos le contemplan: récords de taquilla, récords de permanencia en cartel... Cuando un buen actor cobraba 500 pesetas diarias, él y Lina Morgan ya se llevaban cada noche 2.000 en La Latina. Entonces, un pastón. Este periódico regala el próximo viernes «Los autonómicos», película que protagonizó en el 82 con Antonio Ozores. Recuerda que el argumento era de Mariano Ozores y fue el debut en el cine de la vedette María José Nieto.
–Por cierto, que tenía que enseñar el pecho en la película –me cuenta–, así estaba estipulado en el contrato, pero llegado el momento de la verdad, no quiso, se negó. No pasó nada, pese al contrato. Yo hacía de alcalde de un pueblo de Madrid que quería convertirse en una autonomía más. Antonio Ozores era un senador al que yo quería liar para conseguir mis fines. Salíamos con una pancarta grande que decía: «Centralismo pa' tu tía, queremos la autonomía». Entonces no se hablaba de otra cosa: el invento de las autonomías estaba de moda.

-Ahora hay quien dice que son económicamente insostenibles, tal como están funcionando.

-Claro. Es que tenemos cuatro niveles administrativos: el Estado, las Comunidades, los Ayuntamientos y las Diputaciones. Más de tres millones de funcionarios. No hay país que aguante eso. Y además, está el asunto de los políticos que se retiran o les retiran y siguen cobrando. El presidente del Parlament, Benach, dimite y seguirá cobrando durante cuatro años 100.000 euros al año. Y otros, lo mismo. ¿Cómo es eso? Yo, si no trabajo, no cobro.
(Lloró como un tonto cuando murió Antonio Ozores, «el actor con el que más a gusto he trabajado, el único con el que me he meado de risa en un escenario; de las actrices, me sentí muy a gusto con Lina Morgan». Cuando no trabaja se levanta al mediodía. Hablando de las autonomías, me dice que él siempre ha sido independiente: «No creo en nada, sólo en lo que hago yo; se lo diré claro: si me invitan a algo los socialistas, voy; si me invitan los populares, voy, y si me invitan los de IU, no voy»).

-En el 82, aparte de las autonomías, estaba muy de moda el destape...

-Era el apogeo del destape. Ellas enseñaban los pechos y nosotros íbamos en calzoncillos. Pero es ahora cuando existe el destape de verdad. Yo nunca hubiera salido desnudo del todo. Bueno, el culo sí lo podría haber enseñado, pero la pilila, ni hablar. Y no es porque tema las comparaciones...

-Hizo mucho cine en aquel tiempo...

-Hice siempre mucho de todo. En aquellos tiempos hacía seis películas al año. Bueno, con Mariano Ozores hicimos dos películas al mismo tiempo en un mes, en Huelva. Le preguntábamos por la noche: ¿Y de qué nos vestimos mañana? Mañana toca de boticario, decía él. Y salieron bien.

 -No me extraña que le diera un infarto...

-Fue por entonces. Estábamos haciendo una película, la función diaria de la compañía de revistas Navarro-Ozores y encima, el «Un, dos, tres...» de Chicho. Una semana nos tocó descansar de la tele y me dio el infarto. Se conoce que no estaba acostumbrado a relajarme tanto.

(En la oficina tiene enmarcado un telegrama que dice así: «Apenados, entristecidos, le deseamos un pronto restablecimiento. La Reina y yo». Firma Juan Carlos I. Está como nuevo, dice, gracias al doctor Asín Cardiel, «uno de los mejores cardiólogos de Europa», que le atiende desde hace 23 años. Toma cuatro pastillas por las mañanas, tres con el almuerzo y seis con la cena, «y si tengo que hacer algún esfuerzo especial por la noche, o sea, si hay algo erótico-festivo, tomo otra pastilla, y no me mire así, que no es viagra; es marrón»).

-De todas las que ha hecho, ¿qué película volvería a ver?

-La primera, «Las inquietudes de Shanti Andía», en la que digo dos frases. La hice el año en que empecé en el teatro, 1945. Era yo entonces un joven galán cómico.

-¿Y qué obra de teatro volvería a interpretar?

-»Contactos», de Alonso Millán. Cuando la estrené, el público en pie me dedicó una gran ovación.

-Y el franquismo, ¿cómo lo vivió?

-No tuve líos políticos. Ni los tendré. Actué, sí, en los festivales que doña Carmen Polo organizaba en el Calderón a beneficio de no sé qué. Todos perdían el culo por ir, hasta los de izquierdas. Hoy, si la mujer de ZP organizara un festival benéfico, todos perderían el culo por ir, hasta los de derechas. Es la fascinación que sentimos por el poder.

-¿Y ahora qué hace?

-Sigo trabajando, acabo de terminar «Torrente 4», con Santiago Segura, y antes he hecho «Vamos al infierno», una película en la que hago un papel dramático. Me gustan más los papeles dramáticos. Los cómicos de verdad siempre hemos servido para todo.
(A sus 86 años, dice que se ve bien en el espejo. Se presentó tres veces a la presidencia del Real Madrid –la primera le costó 8 millones de pesetas– y aún le duele la manita del Barcelona: «Jugó mucho el Barça, sí, pero ¿jugó mucho porque el Madrid no jugó nada?». Dejó la vida nocturna; ahora envía mensajes a los amigos por internet y juega al mus).