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ANÁLISIS: Larguísima vida a Zoido

PSOE e IU temen una prolongada travesía del desierto en la oposición

La Razón
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Mentalizados para encajar una derrota, pero no para digerir un fracaso de proporciones bíblicas, Juan Espadas y el PSOE todavía andan con la mirada perdida, como el boxeador noqueado en el primer asalto que aún se pregunta en la camilla del vestuario de dónde le vino el golpe definitivo. ¿Qué hemos hecho mal? La pregunta, con reminiscencias del ¿por qué? de Mourinho, resuena por todas las esquinas de Luis Montoto. Y la respuesta es tan simple como hiriente. Prácticamente todo. Cierto es que el candidato irrumpió en el peor escenario posible, que el partido no pudo gestionar peor los tiempos de su designación y posterior «lanzamiento», que la herencia de Monteseirín y los escándalos de IU pesaban como una losa y que Zoido era visto como el hombre ideal no sólo para comprarle un coche usado, sino una vivienda sobre plano en estos tiempos que corren, pero... Todos estos factores, más el evidente cambio de ciclo que proclaman a gritos los resultados de las autonómicas y municipales, habían convertido al alcaldable popular en un «tsunami» imposible de controlar, aunque, lejos de amansarlo, los socialistas contribuyeron con sus decisiones a embravecerlo incluso más hasta hacer posibles esos históricos 20 concejales.


-¿Y ahora qué?
Después de la tempranera y correcta –salvo por la ausencia de autocrítica– comparecencia de Espadas la misma noche de autos, apenas se ha dejado ver en un par de ocasiones más, confirmando la evidencia de que aún quedan heridas por lamer y, sobre todo, que no existía «plan B» o en todo caso éste estaba cogido con alfileres. «No podemos entrar a discutir por una farola rota o salir a replicar cada propuesta, la agenda la tenemos que marcar nosotros, no ellos», comentaban en el círculo del candidato socialista antes de la campaña. A la hora de la verdad, Espadas cayó en los mismos errores que Monteseirín y Zoido llevó a sus adversarios embebidos en la panza de la muleta, ahora con el acuerdo ante notario, más tarde con el «dos contra uno»... Hoy se encuentra con un equipo confeccionado para gobernar y no para ejercer la oposición, al que además debe adaptar al novedoso y reducido organigrama de Zoido.


-«Esto son 20 años...».
«El resultado electoral apunta a un largo periodo del PP en Sevilla», se va lamentando por las esquinas Antonio Rodrigo Torrijos. Más gráfica y exageradamente lo expresa un atinado analista local: «Esto son 20 años de Zoido en el Ayuntamiento. Cádiz era mucho más socialista que Sevilla y mira Teófila...». La realidad es que Espadas, tan amigo de las nuevas tecnologías, debe «reiniciar» su mensaje. Sabe que ha calado la teoría del «efecto Zoido» –cinco años de patearse los barrios, escuchar a los vecinos, mostrarse cercano a ellos y capaz de ofrecerles soluciones–, pero cómo copiar algo que tanto se ha criticado. Aunque con el gran pacto metropolitano y lo medioambientalmente sostenible no se hace oposición. Y lo de la foto de Aznar, en plan «furia socialista» y «Felipe, a mí el pelotón que los arrollo», tampoco ha funcionado. Y encima Torrijos, de vuelta a sus orígenes minoritarios, convertido en un enemigo molesto o en un aliado incómodo.