Historia

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Ella puede por Luis Racionero

Arriba Esperanza
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Conocí a Esperanza Aguirre en 1994, cuando ella era concejala de Madrid en el área de Ecología y Medio Ambiente. Yo conecté con ella porque estaba diseñando unos recorridos peatonales para pasear por el centro de Madrid, luego ya la trataría más en mi época de colaboración con José María Aznar. Lo que me quedó grabado del primer día que la conocí no fue su parentesco con el poeta Jaime Gil de Biedma ni su afición por el golf, sino que llevándonos en su coche a casa Fernando Sánchez Dragó, que vive al lado suyo, vio un árbol en mal estado y telefoneó a su equipo reseñando lugar y acción que se debía emprender.
Quiero decir que su capacidad de trabajo y energía vital no son usuales en este país de perezozos, descuidados e indiferentes. «She can» (ella puede). «She cares» (ella se preocupa), que dirían los liberales americanos, sus correligionarios políticos. Pero pronto hablaremos de Hayek y «Camino a la servidumbre», que no es otro que el socialismo según ese autor.
Persona noble y no sólo por matrimonio, leal, directa, sin dobleces, sin rodeos, trato agradable, irradia energía y comunica firmeza. Por eso, dudo que su renuncia se deba a causas políticas, ya que su talante no es cansarse y arrojar la toalla, sino persistir y luchar. Algo delicado debe haber afectado su estado de ánimo, porque su voluntad es de dama de hierro, nuestra Thatcher que podía llegar a presidente del país con más méritos que algunos que lo han pretendido. Mi idea de ella es de integridad, honradez, nobleza y vitalidad. Si abandona un puesto para el que le han votado muchos ciudadanos es por alguna razón insoslayable.

Luis Racionero