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La debilidad de Newt por Kathleen Parker

La Razón
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Cuando hablamos de las actividades del candidato conservador Newt Gingrich en la capital tras su paso como presidente de la Cámara Baja, todo depende de la definición de «lobista» que tenga usted. El pasado lunes, el candidato Mitt Romney acusó de «tráfico de influencias» a Gingrich. Pero Gingrich insiste en que estaba trabajando como historiador cuando se embolsó 1,6 millones de dólares en seis meses pagados por la hipotecaria pública intervenida Freddie Mac.

Siendo estrictos, Gingrich sí firmó un contrato con el gigante hipotecario en una época en la que los Republicanos quisieron poner fin a la posición privilegiada de la entidad como empresa privada de capital público. Y se dedicaba a promocionar la labor de las hipotecarias Freddie Mac y Fannie Mae, según los donantes de un comité de acción política que le contrató para pronunciar un discurso en el año 2007 antes de convertirse en un crítico que insistía en que habría que meter en la cárcel a los que respaldan a las hipotecarias.

Bajo presión de la campaña de Romney, la consultora de Gingrich ha difundido una copia del contrato anual de él con la hipotecaria Freddie Mac, lo que deja sin explicar otros cinco años y sólo justifica unos ingresos de 300.000 dólares. Eso nos deja un margen de tiempo significativo y una cantidad de dinero importante, pero la cuestión relevante es si Gingrich hizo o no de lobista de la entidad. El interrogante es crucial para la cuestión del talante del candidato porque el pueblo estadounidense y los congresistas merecen saber si a alguien se le está pagando para hacer de activista a cambio de un cargo.

 

Kathleen Parker
Colaboradora Washington Post Group