Totana

El protocolo por José Clemente

La Razón
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Sabe bien el fiscal-jefe del TSJ, Manuel López Bernal, que su trayectoria como funcionario encargado de realizar la acusación ante los tribunales de justicia no se verá empañada ante un nuevo fracaso en el «caso Umbra», después de que se le archivaran más investigaciones que casos han pasado por su mano o ha tenido la responsabilidad sobre ellos. El sinsentido en el que se ha convertido prácticamente toda su carrera como máximo representante de la Fiscalía no se verá alterado por un nuevo fiasco. Otra cosa bien distinta es que el hombre lo intente una y otra vez por si suena la campana, porque eso sí le engordaría el ego más de lo que ya lo tiene, una enfermedad por otro lado muy común, esa de la vanidad, tan disculpable como humana cuando no deja cadáveres por el camino o el armario privado de uno no se convierte en la subcontrata del cementerio local .Y aunque ese parezca el final anticipado del llamado «caso Umbra», es decir, el fracaso más estrepitoso de la carrera judicial, antes quiere amortajar a los protagonistas de los casos que caen bajo su competencia bien haciéndoles detener en su despacho en plena mañana primaveral, o bajo los fogonazos de los fotógrafos al amanecer y con el pijama puesto. Ese es su estilo, que bien han sufrido personas inocentes como el alcalde de Torre Pacheco, la alcaldesa de Fuente Álamo, el ex alcalde de Totana con la mujer a punto de parir y, ahora, el alcalde de Murcia y uno de los constructores que más han hecho por esta ciudad, como Jesús Samper.Y si no lo hace López Bernal directamente, ya se encargará él de poner al fiscal que ejecutará lo que su jefe le dice y sin rechistar. El resultado final todos lo conocemos: después de más de 60 casos en los tribunales archivados, sólo uno, el de Juan Morales, acabó con el sospechoso en prisión, eso sí, después de que lo pusiera en libertad tras pactar con él, y que tuvo que rectificar ante la escandalera que se montó en la opinión pública. Ahora, con el «caso Umbra», estamos donde siempre, en más de lo mismo. El humo convertido en procedimiento judicial porque hay indicios que se basan en un «protocolo» de intenciones, que en realidad no es otra cosa que decir, si es que dijo eso el alcalde, que unas nuevas instalaciones de fútbol para el Real Murcia serían necesarias en la zona norte, y tema resuelto, el del Real Murcia, claro. Entonces, allá por 1999 no se había aprobado el PGOU, como ya hemos dicho desde aquí en repetidas ocasiones; ni tampoco se había recalificado el terreno, que no era otra cosa que un puro lagartijal, como también hemos dicho desde aquí en repetidas ocasiones; ni siquiera estaba claro que la expansión de Murcia fuera por la zona norte, como hemos dicho desde aquí en repetidas ocasiones; ni hubo proyectos de ningún tipo hasta después de 2001, cuando se firmó el convenio de Nueva Condomina con el apoyo unánime y entusiasta de los socialistas, hoy convertidos en acusación, y al que acudieron, además de Samper, otras muchas empresas como Ikea, Corte Inglés, Decatlón, Leroy Merlín y Eroski, entre muchas otras, como también hemos dicho desde aquí en repetidas ocasiones. El "caso Umbra"o el puro humo convertido en procedimiento judicial bajo el secreto de las diligencias. Ahora, que se ha levantado el secreto del sumario, ya es el «caso del protocolo», es decir, un asunto donde la única percha o prueba que le queda al fiscal no es más que un supuesto acto que se hace solo para cumplir las más elementales reglas de cortesía en cualquier conversación, un ceremonial como el vestirse para la boda el día de autos, o el corpiño rojo la noche anterior en la despedida de soltero, pero que aquí en Murcia puede ser constitutivo del mayor de los crímenes contra la humanidad.