Historia

Historia

San Valentín tiene resaca

La Razón
La RazónLa Razón

En esta sociedad materialista nada escapa al control del marketing al servicio del poder. Pretenden tener a las mujeres sometidas y mareadas de mil y una maneras (a los hombres, también). La propaganda, disfrazada de celestina progre y feminista, las anima a buscar churri como quien busca el bolso «must» de temporada. No importa que besen sapos que nunca se convertirán en príncipes, importa que conviertan a hombres en sapos condenados a sufrir las inclemencias de una relación inventada al abrigo de las webs de «singles» que fomentan amores de «quitaypon».

No son buenos tiempos para el amor. Ahora se lleva el «ligar de usar y tirar» disfrazado de compromiso, que dura menos que un chupachup. Puro consumismo: no se aman, se usan. En la España de «sanZPdelasruinas» y feminismo de cuota, se lleva ser «soltera, con hijo y churri». Si prefieres vivir a tu aire y sin competir con damiselas a ver quien tiene el chico mejor, te tachan de anticuada o de algo peor. Demasiadas son las que se han dado calabazas a sí mismas en lugar de dárselas al caballero de la armadura oxidada. Por eso hay tanta diadema huyendo de las damiselas y buscando papelera donde refugiarse en espera del beso de amor verdadero que las despierte y convierta en coronas dignas de una mujer cuya alma sea inmune a las consignas progres.

San Valentín está harto de besar sapas que nunca se convertirán en reinas. Al hombre metroemocional también le ocurre lo mismo. Búscalo, existe, pero no es príncipe azul ni destiñe.