Fotografía

Jessica Lange: «Mis fotos me retratan»

Una completa exposición de 78 imágenes muestra sus trabajos fotográficos en el Centro Niemeyer

Algunas de las instantáneas que ha tomado de este país que se podrán ver ahora en el centro de arte de Avilés.
Algunas de las instantáneas que ha tomado de este país que se podrán ver ahora en el centro de arte de Avilés.larazon

La fotografía sólo es la mirada recuadrada, acotada por la geometría. Jessica Lange, la actriz que humanizó el rostro de King Kong en 1976, aprendió a recortar la realidad, o lo que es lo mismo, a resaltar la anécdota del contexto, en los años sesenta. El trabajo de actriz la desvió del rumbo y de los estudios de fotografía, pero el cine jamás silenció aquella primera vocación de juventud. Vinieron, después, sus trabajos en «El cartero siempre llama dos veces», «All That Jazz», «Tootsie», «Frances» o «La caja de música». Pero esa imaginación de los veinte, que permaneció adormecida entre el ajetreo de los sets y la lectura de los guiones, revivió cuando su segundo marido, Sam Shepard, le regaló una Leica M6., que empezó a llevar por todos los países y continentes. Ahora, el Centro Niemeyer de Avilés organiza por primera vez a nivel internacional una exposición de sus instantáneas. Comisariada por Anne Morin, la muestra reúne hasta el 27 de noviembre 78 fotos y 12 ampliaciones de la intérprete.

-¿Quién le contagió la pasión?
-Mi interés empezó a finales de los 60, con Paco Grande y todos los amigos fotógrafos que teníamos entonces, aunque en esta época yo no me dedicaba a la fotografía. Fue 20 años después cuando realmente empecé a trabajar y a fotografiar en blanco y negro. Ya había empezado a coleccionar fotos, o sea que de una u otra manera estaba presente en mi vida.

-¿Qué le aportó el cine?
-Hay ciertas características propias del cine que no puedo desvincular de la cámara. La luz es fundamental, evidentemente, por la dimensión dramática que tiene, por el sentido que otorga a una escena. Es una de las cosas que más me fascina de México: la luz extraordinaria de finales de tarde, cuando la realidad ha sido aplastada, detenida durante el día, y surge esa luz tan blanca como si la vida reapareciera. México es como estar en otro tiempo. También, el espacio es importante; suelo fotografiar en lugares pequeños, donde me sitúo como si estuviera en un escenario sabiendo que puedo interactuar con alguien que pertenece al espacio que voy a fotografiar.

-¿En qué se diferencia la imagen estática (foto) y de la de movimiento (cine)?
-Es una pregunta difícil y fácil al mismo tiempo. Podríamos hablar del movimiento, del tiempo, de la narración, la continuidad. Mi trabajo en México se acerca más al cine que a la fotografía. Me gustaría, por ejemplo, aunque hasta el momento no haya tenido oportunidad, rodar cortos que nos sean ficciones, pero que signifiquen la prolongación de mi fotografía. Es una idea a la que doy vueltas porque me interesa.

-¿Qué le impulsa a tomar una instantánea?
-La emoción. Sin ella no hay imagen. Surge de un cúmulo de circunstancias (un gesto, una mirada, un paisaje) del que puedo no tener conciencia en el momento, pero que por intuición me dicen: «Ahí hay una foto». A veces puedo perder la ocasión y no hacerla; sin embargo, son imágenes que, aunque no haya retratado, guardo en mi memoria, en otra caja negra.

-¿Qué hace para pasar desapercibida con la cámara?
-No sé si la gente me reconoce o no; lo que sí está claro es que nunca ha sido un impedimento a la hora de trabajar. Por ejemplo, en Avilés se van a ver una serie de fotografías de parejas que bailan en la plaza del Zócalo, en México. Alguna de ellas se ha podido acercar a mí y me ha dado la mano, pero dudo que fuera porque me hayan reconocido. Me he quedado tantas horas en aquella plaza mirándoles que acabé por ser uno de ellos.

-La mayoría de las imágenes que nos llegan son en blanco y negro. ¿Ha realizado trabajos en color?

-El blanco y negro es la esencia de la luz y de la oscuridad. Tiene más poder de evocación que el color. Aplicarlo a mis imágenes sería sustraerles algo fundamental: la imaginación.

-¿Qué tiene en cuenta a la hora de retratar a una persona?
-No molestar, sobre todo, ni interrumpir, ni forzar una situación. Quiero captar a la gente de la manera más discreta posible. Es importante que no perciban mi presencia para que no cambie nada su actitud. Muchas de las imágenes que he dejado de captar ha sido precisamente porque sentía que estaba invadiendo un espacio que no era mío. En ese caso, siempre prefiero retirarme.

-¿La fotografía está vinculada con su trabajo como actriz?

-Mi experiencia en la pantalla me ha servido y me ha influido para trabajar con la cámara. Trabajo como actriz desde hace 35 años y no puedo desvincular mi profesión de mi creación. Cuando me siento atraída por algo que pueda ver en la calle es la magia del cine la que vuelco: la luz, la oscuridad, el aspecto dramático que pueda generar intervienen en ese momento y participan de disparar. La interacción con las personas que fotografío es similar a lo que sucede en un escenario; el gesto también, el movimiento, la manera de ocupar el espacio... tienen que ver con mi profesión.

-¿Qué ha encontrado con la práctica de la fotografía?
-Muchas veces, me encuentro a mí misma, puedo decir incluso que mis imágenes me retratan. Cuando voy con la intención de buscar imágenes, siempre voy sola, es indispensable, lo necesito, son mis momentos.

-Para usted, ¿qué significado tiene toda esta colección de imágenes que ahora vamos a ver expuestas en Avilés?
-Son momentos especiales que tienen vida propia donde el tiempo y el espacio no existen. Se trata de emociones, de intuiciones, de proyecciones en otra realidad que están detrás del espejo.

Dónde: Centro Niemeyer de Avilés.
Cuándo: Desde el 11 al 27 de septiembre
Cuánto: 3 euros

 

 

El detalle
LAS CUENTAS IRREGULARES DEL NIEMEYER
No llega en el mejor momento Lange al centro avilesino, pues la auditoría interna y la Intervención General del Principado de Asturias han detectado graves irregularidades en la gestión de la Fundación Niemeyer. Según la Consejería de Cultura, la fundación no dispone de facturas que justifiquen parte de los gastos contabilizados en sus cuentas anuales, y así subraya que en 2007 sobre un gasto de 500.026 euros, la cuantía correspondiente a viajes, hoteles y restaurantes ascendió a 120.165 euros; en 2008, sobre un total de 580.267 se elevaron a 363.576, y en 2009, de un total de 501.910 alcanzaron los 131.172. Explica, además, que el Principado lleva invertidos en el Niemeyer más de 45 millones de euros y que una parte de esa cantidad no dispone de facturas que justifiquen los gastos contabilizados. La respuesta del Centro Niemeyer fue inmediata y a través de un comunicado expresó su «perplejidad y estupefacción» por la acusación, que «debe entenderse con la idea de desprestigiar el trabajo realizado de forma independiente».