Manila

Cruel Navidad en la mar

Los marinos son gente supersticiosa. Siglos de desafíos a los elementos a bordo de frágiles esquifes, protagonizados por marineros extraídos de las capas más humildes de la sociedad, cincelaron lo que hoy constituye una sólida tradición. Y de entre las muchas supersticiones que observan a pies juntillas los hombres de mar, se cuenta el terror irracional al cambio de nombre de los buques en los que navegan...

El lugar de la colisión en el mapa
El lugar de la colisión en el mapalarazon

Ese cambio de nombre fue una circunstancia que se dio doblemente en el caso del ferry filipino de 2300 toneladas "Doña Paz", construido en Japón con el nombre original de "Himeyuri Maru", rebautizado más tarde en Filipinas como "Don Sulpicio"y vuelto a bautizar con el nombre definitivo de "Doña Paz". Todo un desafió a las profundas convicciones de la gente de mar.Filipinas es un país compuesto por más de 7.000 islas, unas 900 de las cuales están habitadas por alrededor de 50 millones de personas que hacen uso de los ferrys como uno de los medios de transporte más comunes, convirtiendo así al mar en una de las principales causas de mortandad, capaz de arrebatar cada año cerca de 50.000 vidas al país al que diera nombre el explorador Miguel López de Legazpi en honor de su rey Felipe II.En la mañana del 20 de diciembre de 1987, el "Doña Paz"zarpó de Tocoblán, en la isla de Leyte, en demanda de Manila, unas 350 millas al norte, capital que los 58 tripulantes, con su capitán a la cabeza, esperaban alcanzar en poco menos de dos días para poder pasar la Navidad en sus casas. De todos modos, para asegurar la llegada a tiempo, a nadie le pareció mal que el buque recortara el rumbo serpenteando peligrosamente entre las islas que se interponían como molestos trozos de tierra en la derrota a la capital, y tampoco debió parecerles un inconveniente grave que una avería hubiera dejado al ferry sin comunicaciones, cosa que, si es que llegaron a enterarse, tampoco pareció alterar a ninguno de los 1518 pasajeros que en teoría viajaban a bordo, ya que el capitán había consignado que navegaba a plena capacidad. Literas vendidas a cuatro personasSin embargo, el hacinamiento en los pasillos y recovecos de las tres cubiertas de pasaje y el hecho de que muchas literas se hubieran vendido hasta a cuatro personas diferentes, hacía pensar que en realidad el buque debía exceder largamente la carga de pasajeros consignada.El "Vector"era un pequeño petrolero de 600 toneladas de desplazamiento, muy inferior en su porte y dimensiones al "Doña Paz", pero capaz de transportar una carga cercana a los mil barriles de productos inflamables que podía llevarse por delante al buque más poderoso. Para ellos también se acercaba la Navidad y sus once tripulantes tenían la misma prisa en llegar a sus casas que los del "Doña Paz", por eso nadie se quejó cuando en el puente alguien decidió recortar la derrota del buque para tratar de ganar tiempo al reloj. Una derrota que ponía al petrolero justamente a rumbo inverso al del ferry.La noche cayó como un manto oscuro sobre los dos buques cuando ambos se disponían a enfilar el estrecho que separa las islas de Mindoro y Marinduque, probablemente la parte más angosta y complicada de sus derrotas, por eso cuesta entender que el responsable de la guardia en el puente del "Doña Paz"fuera un oficial subalterno sin apenas experiencia, mientras el resto de la oficialidad permanecía en el bar haciendo planes para la inminente llegada de la Navidad.No se vieron hasta la colisiónEn el juicio posterior, ambos responsables de la guardia a bordo del "Vector"y del "Doña Paz"reconocieron no haberse percatado de la presencia del otro buque hasta el momento de la colisión, que se produjo pasadas las diez de la noche acompañada de una enorme explosión, y que fue seguida de un incendio de tal magnitud que atrajo la atención de los buques que navegaban en un radio de treinta millas. El veterano capitán del "Amelia", uno de los primeros buques en acercarse atraído por la enorme bola de fuego que iluminaba la noche, declaró que jamás había visto un espectáculo semejante: las cubiertas de ambos buques aparecían empotradas y soldadas debido a las altísimas temperaturas de una columna de fuego de más de cincuenta metros, mientras centenares de cuerpos empapados en petróleo flotaban sobre la superficie iluminando la noche como estremecedoras antorchas humanas al compás de las olas.El "Vector"fue el primero en irse a pique y poco después le siguió el "Doña Paz". Entre un mar de cadáveres calcinados y restos humeantes al rojo vivo, el "Amelia"pudo recuperar 24 pasajeros del ferry y dos tripulantes del petrolero, todos con gravísimas quemaduras. La investigación que siguió al trágico suceso puso de manifiesto incontables irregularidades por parte de ambos buques y un dato escalofriante: frente a los 1518 pasajeros declarados, el ferry transportaba en realidad 4412.La investigación concluyó que hubo negligencia por parte del capitán del "Doña Paz"y de las autoridades portuarias de Tocoblán, al mismo tiempo que atribuía al "Vector"la responsabilidad de la colisión. El brumoso y laberintico Derecho Marítimo ha hecho que, más de 20 años después del accidente, los familiares de los desaparecidos sigan esperando justicia por el que a la postre resultó el naufragio que mayor número de víctimas ha causado en tiempo de paz. Otro daño colateral no menos importante es que a los marinos de hoy siga sin gustarles que a sus barcos les cambien el nombre Fotos: www.grijalvo.com