«Territorio prohibido»: «Crash» baldío

No nos extraña que Sean Penn obligara a los productores a que cortaran su papel después de ver el resultado final. En este «Crash» de la inmigración que quiere retratar el modo en que, en nombre del patriotismo americano, se viola la libertad individual de los indocumentados, la tesis ahoga a los personajes, que ni siquiera lo son, esclavos de la moraleja que representan. No hablamos de las implausibles casualidades que los unen en una ciudad con más de cuatro millones de habitantes, Los Ángeles, sino de su condición de patéticos portadores de un mensaje en letras mayúsculas y subrayado en fosforito. Especialmente flagrantes son las historias protagonizadas por un policía de inmigración que siente la necesidad de salvar el alma de todos a los que detiene (un cariacontecido Ford), por una australiana aspirante a actriz dispuesta a dejarse sodomizar para lograr una tarjeta de residencia o por una alumna de instituto que, tras justificar a los kamikazes del 11S en una exposición en clase, pretende salir indemne de su osadía. Planos aéreos de situación sirven como pegamento televisivo de una red de tramas que se olvida de que, para que una historia cale, sus protagonistas deben existir más allá de su obligada posición en un tablero de ajedrez donde todo cuadra, menos el corazón.
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