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Real Madrid 8-0 Levante: Goleada terapéutica

A Benzema le cuesta sonreír, pero ayer no podía evitarlo. Cuando Morata le sustituyó, el público aplaudió y gritó su nombre. Era el homenaje a un goleador, el premio al delantero que había marcado tres goles y regalado otros dos.

Los jugadores del Real Madrid (i-d) Cristiano Ronaldo, Di María, Benzema y Pepe celebran uno de los goles ante el Levante
Los jugadores del Real Madrid (i-d) Cristiano Ronaldo, Di María, Benzema y Pepe celebran uno de los goles ante el Levantelarazon

El reconocimiento de que, por fin, el francés se parecía a sí mismo, a aquel delantero que quería ser como Ronaldo, el original, el gordito. Y por momentos lo recordó. Como en el primer gol, que llegó después de un robo de balón y tres bicicletas que le permitieron demostrar todo lo que se echaba en falta en el «9» francés. Las ganas y los goles. Sangre para recuperar la pelota y acierto para mandarla al fondo de la portería.

Era el momento de gloria del francés. El placer de sentirse el delantero que necesita el Madrid. Por acierto y por generosidad. Porque los goles que le sobraban se los regaló a Cristiano. El portugués, movido por la ambición, por la envidia o por las ganas de que su equipo volviera a sentirse intocable, no paró hasta que marcó otros tres. Y como todos estaban generosos, quiso dar uno a Özil.

Ocho sumaron con el que se le escapó a Morata y remató Pedro León. Un número suficiente para que el Madrid no se preocupe por el partido de vuelta. Pero es mucho más. Porque el Madrid necesitaba muchos goles para volver a sentirse el Madrid y el Levante le dio todas las facilidades necesarias para conseguirlo.

Los dos primeros goles llegaron después de dos pérdidas de balón, dos errores defensivos que en otro momento el Madrid no hubiera aprovechado por pereza. Pero ayer presionaban todos. Benzema y Granero, también. Y entre todos fueron sumando poco a poco para conseguir una victoria escandalosa, que ya estaba asegurada en el final de la primera parte.

Pero el Madrid de Mourinho necesita algo más que fútbol y goles para divertirse. Y en el comienzo de la segunda parte llegaron las peleas. Las protestas de Del Horno y el labio sangrante de Benzema, que se encaró con Robusté. Mourinho disfrutaba en el banquillo. Con el triunfo y con sus cosas, como cuando se levantó para decir que había apuntado en la libreta un error del árbitro. Después, sonriendo, volvió a sentarse para ver cómo su equipo seguía sumando.

Cambió a Morata por Benzema. Una alegría para los dos, para el joven que se estrenaba en el Bernabéu y para el héroe que recibía el aplauso. Después, lamentó que el chaval no marcara. Con ocho goles no hay reproches.


Valdano y las cuestiones menores
Jorge Valdano habló en La Sexta después de que Florentino Pérez, el día anterior, se pusiera de su lado. «Las versiones son interpretativas, todo el mundo hace conjeturas. Mourinho y yo trabajamos en áreas importantes del club y la comunicación es normal. Tenemos diferencias de criterio sobre cuestiones menores». Y recordó lo que dijo el presidente: «Calificó lo ocurrido como una anécdota. Y confirmo lo que dijo Mourinho, que las relaciones personales entre las gente del club son muy buenas». El portugués, en sala de prensa, se reafirmó en que las relaciones no son malas.