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Romney busca el voto judío por César Vidal

La Razón
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Durante años, la inmensa mayoría del voto judío se ha identificado con el partido demócrata. Las últimas elecciones fueron una confirmación reforzada de ese dato con un 78 por ciento de los judíos votando a Obama. En los últimos años, se ha insistido en que la situación puede estar variando. Así, entre los judíos ortodoxos, existe una tendencia bien definida a identificarse con el partido republicano por razones morales, y lo mismo sucede entre los judíos de origen ruso por causas políticas. Sin embargo, ambos grupos no llegan a la cuarta parte de los judíos americanos y muchos de ellos viven en Nueva York, una ciudad de inclinación demócrata. De manera también muy significativa, cuando no pocos judíos lograron ascender de posición social en los setenta y los ochenta, sus mayores ingresos no los desplazaron hacia los republicanos, sino que los reafirmaron en su fe demócrata. La Coalición judía republicana lleva semanas martilleando con el vídeo «Tiempos peligrosos» donde se indica la manera en que la seguridad de Israel se vería amenazada por un nuevo mandato de Obama y Sheldon Adelson ha señalado que estaba dispuesto a gastar hasta cien millones de dólares para derrotar a Obama entregando generosas donaciones para la campaña en Florida, Ohio y Pennsylvania. Con todo, no parece que esta suma de fuerzas haya tenido mucho efecto entre la comunidad judía de Estados Unidos. A decir verdad, de los 12 senadores y 24 congresistas judíos, sólo uno, Eric Cantor de Virginia, es republicano. Por añadidura, el caso de los judíos más que excepcional parece paradigmático. Los católicos han sido, por regla general, votantes mayoritarios del partido demócrata por razones que podrían considerarse étnicas. El partido demócrata abrió las puertas a los irlandeses – de este origen era JFK, el único presidente católico que ha tenido Estados Unidos– a los italianos y, con posterioridad, a los hispanos. Aunque los republicanos han dedicado los últimos años a intentar captar un voto derivado de consideraciones morales cercanas a las de los católicos, lo cierto es que, a día de hoy, el 54% de los católicos piensa votar a Obama frente a un 39 que le daría su voto a Romney. A decir verdad, ni siquiera es seguro que el candidato republicano gane en Wisconsin, el estado de Ryan. En el terreno del protestantismo, tradicionalmente, la orientación ha sido más pro republicana aunque con excepciones como cuando el voto evangélico llevó a la Casa Blanca a Jimmy Carter. Por ello, hace tan sólo unos días Mitt Romney visitó a Billy Graham, un predicador evangélico que durante años ha sido considerado en las encuestas el personaje más popular en Estados Unidos y mantuvo una prolongada conversación con él. De esta manera, a día de hoy, el 74% de los evangélicos blancos votaría a Romney frente a un 19 por ciento que daría su voto a Obama. Entre los denominados «mainline protestants» blancos, es decir, protestantes no evangélicos o que no enfatizan la necesidad de la conversión para obtener la salvación, el 46% votaría a Romney frente al 45 que otorgaría su voto a Obama. Sin embargo, sólo el dos por ciento de los protestantes negros votarían a Romney frente a un 95 que votaría a Obama. Finalmente, entre aquéllos a los que se denomina «sin afiliación», un 27 por ciento de ellos está dispuesto a votar a Romney frente a un 65 que lo haría por Obama. Sin duda, las consideraciones morales y religiosas tienen un peso más que notable entre la población de Estados Unidos, muy superior al que tienen en Europa, pero, a día de hoy, influyen no menos en el votante criterios de etnicidad y de economía. Podría afirmarse pues que con el énfasis religioso a secas no se puede ganar unas elecciones, pero sin él… es más que posible perderlas.

 

César Vidal
Enviado especial a las elecciones de Estados Unidos