Chamartín

OPINIÓN: Valdano esto Viste

 
 larazon

Aguantando la vela
Como apuntó la semana pasada mi admirado amigo de página (y no descarto que vuelva a hacerlo en cuanto pueda), en el Atleti tenemos fama de plañideras. Siempre es preferible a muscularse de más o a engorilarse sin razón, pero allá cada cual con sus hobbies. Entre las razones para el bochorno atlético se encuentra, entre otras, la bicefalia en la que vive el club del Manzanares, que consiste en que Cerezo y Gil Marín quieren mandar, pero ninguno manda en serio, y donde los deberes diarios se basan en hacerse mutuamente la puñeta, fastidiando a los que simplemente van a hacer su trabajo. En el Real Madrid, Florentino prometió un oasis, pero la estampa tira a Piscina Toi, porque, aunque juró señorío, aquí el único que guarda las formas que anhelan los socios con solera es un tipo argentino incapaz de responder a nada con un monosílabo. A Valdano le ha salido un callo con acento portugués que le echa continuamente pulsos, aunque da la sensación de que el callo usa al director general para retar a la entidad entera y a lo que se ponga por delante. Mourinho ha prohibido a Valdano bajar al vestuario antes y después de los partidos, viajar con el equipo y acudir a los entrenamientos y quizá el presidente crea que ahí se quedará la cosa y que con silbar mirando hacia otro lado el público ni se entera, pero lo que subyace es un sainete de cuidado. Valdano, ya acostumbrado a hacer de Hermano Calatrava guapo, no va a montar un pollo en público. Jorge ya ha aprendido, a la fuerza, que quizá el tiempo sea su único aliado y por eso se lo toma sin prisa y con calma cada ocho horas. Ahora le queda esperar, y cerrar la puerta. Despacito, claro.

María José Navarro



Hombre récord
La primera decisión de Jorge Valdano como director deportivo fue prescindir de Vicente del Bosque en la cena de celebración de la Liga ganada en junio de 2003 por considerar que su estilo no conjugaba con la modernidad que debía imperar en Chamartín. Casi ocho años después, el antiguo es campeón del mundo y su verdugo se ha convertido en el único dirigente de la historia del Real Madrid que ha encadenado cuatro temporadas consecutivas (las tres últimas de la anterior etapa y la pasada) sin levantar un título. Ha abrasado a Queiroz, Camacho, García Remón, Luxemburgo, López Caro y Pellegrini, y ha hecho gastar a la sociedad unos seiscientos millones de euros para nada, pero, en un increíble ejercicio de supervivencia, aún se aferra a su fabuloso sueldo. Las malas lenguas dicen que ostenta la portavocía mejor pagada del planeta.
Con el riñón forrado para que cinco generaciones de valdanitos puedan permitirse tener como única ocupación el endosarnos tremendos tostones dialécticos, al tipo todavía no le ha dado un ataque de dignidad para darse el piro cuando su teórico subordinado, José Mourinho, le ha dispensado el trato más humillante posible: desde decir en público que no habla con él, hasta vedarle la entrada en los aviones del equipo. No se confirma que le haya hecho el desplante del teléfono, esa suerte tremendista que tanto usó El Cordobés. Demasiado apego a la plata hasta para un progre, que ya se sabe lo que gusta el dinero a los zurdos de boquilla. La temporada pinta fea: si gana algo el Madrid, porque el portugués se cargará de razones contra él; y si no, porque será Florentino quien tenga motivos para quitárselo de encima.

Lucas Haurie