Nueva York

Liza pero qué te han hecho

Guapa, lo que se dice guapa, nunca ha sido. Su madre, Judy Garland, poseía uno de los rostros más anodinos de la gran pantalla, y su padre, Vincent Minelli, un físico peculiar. Pero a pesar de heredar una extraña mezcla de ambos, Liza Minelli llevaba más de 40 años haciendo equilibrios entre la androginia de manual y el histrionismo estético, aderezados con una buena dosis de chic francés

Minelli, en una rueda de prensa que ofreció el domingo en República Dominicana
Minelli, en una rueda de prensa que ofreció el domingo en República Dominicanalarazon

El hilo imperceptible de sus cejas –a menudo coloreadas con kohl– ; el eterno corte garçon; las maxi pestañas de muñeca rota que dramatizaban su mirada; el blanco níveo de su piel; el gesto de marioneta de su boca; su dentadura imperfecta… Estos rasgos, lejos de perjudicarla, la dotaban de una presencia arrolladora.

Sin embargo, parece que tan sólo sus piernas son la única parte de su anatomía que no ha cambiado. Muchos de los asistentes a la reapertura del mítico Lighthouse Cinema de Nueva York, el pasado 15 de noviembre, no la reconocieron, y no sería descabellado pensar que los de seguridad hubieran hecho amago de querer echar a «una señora operada de mediana edad sin identificar». Era Liza, sí, pero después de someterse a un importante arreglo plástico y convertida en una dama retocada al uso. Para el espectador medio, es difícil identificar las intervenciones concretas, y aunque el abuso del bótox y rellenos es más que evidente, así como la excesiva altivez de sus cejas y el extraño respingar de la comisura de los labios, sólo una mirada profesional puede elaborar un «diagnóstico plástico» certero. El doctor Antonio Tapia, cirujano plástico del Instituto Tapia de Barcelona, explica cómo «se aprecia una clara mejoría en el contorno de los ojos, aunque hay un ligero lagoftalmo –caída de la parte lateral de los párpados inferiores– y se nota claramente que se ha operado el labio superior y se ha arreglado los dientes». No es la primera intervención estética a la que se somete la artista, pero en esta ocasión el lifting es evidente. Según Tapia, «ha aprovechado para retocar el tercio superior del rostro y ha quedado muy natural, se ha puesto en buenas manos, aunque le recomendaría un tratamiento para el tercio medio e inferior del rostro».

¿Neumonía o cirugía?

El pasado 15 de octubre, se anunciaba la cancelación de una gira que la habría llevado por siete ciudades norteamericanas, alegando una neumonía. ¿Sería esta enfermedad una mala excusa para ingresar en una clínica de cirugía plástica por tiempo indefinido, o aprovechó la baja laboral para cambiar de cara?
 

Musa imperfecta
Las imperfecciones de la protagonista de «Cabaret», lejos de perjudicarla, la dotaban de una presencia física arrolladora que no se amilanaba con nada. No dudó en compartir escenario con Frank Sinatra para entonar el himno de Nueva York. Su rostro teatral la convirtió en carne de cañón para los focos de Broadway y nunca le han faltado ofertas de trabajo. Sus piernas siguen siendo el sueño de cualquier aspirante al Music Hall –en su reciente intervención en el filme «Sexo en Nueva York 2» cuesta apartar los ojos de ellas–. Pero parece que Liza se ha cansado de ser «la diferente» y por eso ha preferido pasar por el quirófano y convertirse en una «fan» más del bisturí .