PSOE

Ni integración ni cambio

La Razón
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A Pérez Rubalcaba se le llenó la boca de «integración y cambio» antes de ganar, y apenas ha habido que esperar horas para comprobar que ni una cosa ni la otra. El chaconismo, pese a lograr el 49 por ciento de los votos, ha sido arrasado de la Ejecutiva Federal, y el «cambio» lo representan Valenciano, Griñán, Zarrías, Caldera, Patxi López o Trinidad Jiménez. La primera, en la frente. En el PSOE siguen mandando el prisismo y el felipismo, ambos en convergencia feliz con este hombre camaleónico llamado Alfredo y después P., pero que es en realidad el Rubalcaba de siempre, adulador primero de Felipe, luego de Bono, después de Almunia y al final de Zapatero, y ahora de sí mismo. Rubalcaba mismo. Alguien pensó algún día que tras lograr el peor resultado de la historia del PSOE dimitiría por fin por vergüenza torera. Nada de eso. Rubalcaba nunca dimite. Siempre dice que se quiere ir, pero todos sabemos que es para quedarse, eso sí, cada vez con más poder y con una camarilla más exigua. En buena lógica debería haber dado representación a quienes lograron casi tantos votos como él en el Congreso de Sevilla. No lo ha hecho porque eso va contra sus principios. Su objetivo ahora será el control total del partido. Y quien piense que no va a ser candidato a La Moncloa en las próximas generales se equivoca. Les ha hecho promesas vagas en tal sentido a Patxi López, a Emiliano y a Madina, pero el único candidato a sucederse será siempre él mismo. Es su único deseo y el de la hermandad priso-felipista que le protege. ¿Alguien se imagina lo que hubiera durado una Chacón vencedora en manos de semejante contubernio? Más o menos lo mismo que Borrell. O sea, nada.