Sevilla

Peregil tabernero de la gracia por Rafael PERALTA REVUELTA

La Razón
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Despachaba todo el afecto y la simpatía del mundo tras el mostrador de su taberna. José Pérez Blanco, Pepe «Peregil», repartía toda su gracia en forma de felicidad tras la barra de «Quitapesares». Nunca le faltaba una sonrisa para el rico, para el pobre, para el sevillano, para el turista o el extranjero. En su tasca de la plaza Padre Jerónimo de Córdoba, acogía a los personajes más extravagantes y variopintos. Y allí nadie se sentía extraño. Porque «Peregil», igual llenaba con su vibrante voz todos los rincones de su local que te regalaba un sincero gesto de amistad o que te sacaba una carcajada con uno de sus ingeniosos chistes o de sus geniales ocurrencias. Pero Pepe «Peregil» se nos ha ido. Y con él se marcha un trozo de una Andalucía ya casi extinguida. La más auténtica. La que hace de cualquier anécdota todo un compendio de filosofía popular. Como Vicente «El Traga», Beni de Cádiz, «El Pali» o Paco Gandía, con «Peregil» se nos va un pedazo de la Andalucía más genuina. La de la gracia eterna, la espontaneidad y el arte y el vivir sin prisas. Embajador de la Sevilla popular, hace poco pudimos verlo en el programa «España, un país para comérselo». Su torrente de voz era inconfundible. Ya fuese por fandangos o cantando su famosa sevillana de los «taquitos de jamón»... Y más que saetero, tenor de saetas, en balcones y esquinas que año tras año eran ya estampas clásicas de nuestra Semana Santa.Hostelero del cariño, tabernero de la gracia, cantaor de las glorias sevillanas, a Pepe «Peregil» se le ha adelantado su Domingo de Ramos, y en la rampa del Salvador de allá arriba, está entonando la mejor de sus saetas mientras el Cristo del Amor lo está acogiendo con los brazos abiertos.