Ibiza

Los 145000 euros pedidos a Guti eran por tres días de boda por Jesús Mariñas

Los 145000 euros pedidos a Guti eran por tres días de boda por Jesús Mariñas
Los 145000 euros pedidos a Guti eran por tres días de boda por Jesús Mariñaslarazon

Aclarando, que es gerundio. Precisan, puntualizan y lo rectifican, que no es cuestión de deformar algo tan tierno como una boda, aunque la hayan pospuesto. El equipo de Matthias Kühn, novio de Norma Duval, aclara y fija posiciones. No eran exagerados los 145.000 euros que pedían a Guti y Romina por alquilar en verano su isla ibicenca de Tagomago, magnífico escenario casamentero en caso de que la pareja aceptase las propuestas. Justifican tan desmesurada cantidad punto por punto, con lo económico que resulta dar el «sí, quiero» en un juzgado aún sin el entorno paradisiaco del islote que administra Matthias con escaso rendimiento. No se trataba de prestárselo un día sino tres, alojándolos durante ese tiempo en las diez habitaciones del complejo –casi hogar–, o así nos lo vendieron Norma y su alemán a poco de conocerse. Incluía cátering con tarta, disc-jockey y traslados en helicóptero o barco. «Tras mucho discutir, rebajamos los 145.000 a 120.000 y parecieron contentos».

No hay posibilidades de trato y se entiende que el rubio futbolista siga mirando, sin mucha prisa por formalizar su relación con una Romina que mantiene lo de «tengo mucha familia en Argentina y quiero que todos estén con nosotros». Necesita sentirse arropada pero el precio, dadas las circunstancias, aunque excesivo, no parece aprovechamiento a pesar de que el dúo intente que lo tomemos como barbaridad.

Ibiza vela armas cara al verano y el 30 y 31 de este mes ya tienen dispuesto el prólogo de Adlib, que no coincidirá con fastos nupciales tal y como están las cosas. El ayuntamiento afronta la crisis lanzándose a la piscina en el cuarenta aniversario del nacimiento de esta moda artesanal con doble desfile: el 30 lo dedican a los jóvenes diseñadores que pasarán propuestas en «El lío», que se mantiene como magnífica perspectiva y pronto tendrá sucursales como la que Jacqueline de la Vega gestiona montar en lo que durante años fue el «Buda» de la carretera de La Coruña. Un local muy atractivo de entrada y luego deteriorado por la clientela mezclada que en ocasiones eran árboles que no dejaban ver el bosque porque estaba muy enmarañado. Y sé lo que digo: aquello parecía más un lugar para citas que de copeteo desenfadado. Jacqueline se propone retomarlo, transformarlo como «Lío» –nombre que encaja perfectamente con el sitio– y está dispuesta a resucitarlo como en los mejores tiempos del clan Lozano al que perteneció como consorte.

Vuelvo a la isla blanca casi en pie de guerra al grito animador de «¡más madera!» lanzado por el joven conseller Vicente Roig. La temporada en puertas y, además de los desfiles, organizan debates sobre la anorexia en los que María Patiño expondrá, contará o defenderá su etapa con el mal –casi manía– adelgadazor. Que no todo será espectáculo de blancos ibicencos a revisar en una expo antológica, donde figurarán los primeros trajes de algo que nació impensadamente como recreación de artesanía local y ahora es santo y seña, divisa y casi uniforme de una isla tan personalísima y visitada.