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Carnal y cuaresma

La Razón
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legórico, fúnebre, irónico y cinéfilo, el discurso de ayer de Gallardón, con el que daba el último adiós a la sardina. Y algo travieso también, casi malvado, que entre citas de Blade Runner hablaba de Doña Cuaresma como de «la dama del gesto agrio y de la estricta conducta». No hay que negarle cierto estilo a nuestro alcalde. Desde luego son mucho más elegantes estos dardos, que las pueriles rabietas de hace días, cuando fluctuaba entre la lágrima impotente y la vena que se hincha.

Otra cosa es que sean efectivos, porque suele suceder en política, que a las mujeres lo que más les perjudica es una imagen dulce y simpática, y que, por el contrario, les viene bien que las comparen con la dura frialdad del hierro, o con el gesto adusto de quien viene a poner fin a los excesos. Es posible que el discurso logre rebautizar políticamente a Esperanza Aguirre.

Puede que no tarde mucho la marabunta progre en hablar de Doña Cuaresma cada vez que pretenda zaherir a la presidenta, y puede que también se equivoquen, porque para manejar los asuntos públicos, ni el más disoluto crápula quiere colocar a un aprendiz de don carnal, sino que prefiere la conducta estricta.

cabó el alcalde sus brillantes palabras con un, "no hay mal que por bien no venga", que sonó igual de enigmático que cuando lo dijo Franco tras la muerte de Carrero. La explicación es difícil, mas allá de concluir que aquí, en cuanto uno manda más de cinco años, ya se sueña como el caudillo.