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El ejemplo Obama

La Razón
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Han heredado los USA lo mejor del pensamiento occidental, de Roma a la Ilustración, y hoy, como cabeza del imperio, son los guardianes de las esencias. La admiración que siente por Barack Obama nuestra progresía se diluirá pronto, pasada la momentánea pasión, en el enfermizo antiamericanismo que atenaza sus apulgarados cerebros. Es normal, porque los conceptos de «nación» y «res pública» que manejan allende el Atlántico, gobierne quien gobierne, se oponen diametralmente a sus añoranzas totalitarias y a su afán por apropiarse de los resortes (y los dineros) del poder. «Ya no hay estados rojos y azules -dijo Obama en su primer discurso tras confirmarse el triunfo- porque todos formamos parte de un mismo país». ¿Se imaginan a Monteseirín tratando a todos los distritos por igual, sea cual sea el sentido de su sufragio? ¿Se imaginan a Torrijos mordiéndose la lengua antes de presumir de «meterle la mano en la cartera» a los potenciales votantes del adversario? Ciencia ficción. No se le puede pedir amplitud de miras a quienes nacen y pacen en el sectarismo, a quienes no consideran la lid electoral como un medio para mejorar las cosas, sino un fin en sí mismo para enseñorearse de parcelas de poder. En América se cumple el sueño de Luther King y aquí no despertamos de la pesadilla. Cada cual tiene lo que se merece. A ver si dándole una mano de betún en el careto...