Mónaco

El «portuñol» perfecto

El «portuñol» perfecto
El «portuñol» perfectolarazon

No pierdan el tiempo buscando la palabra «portuñol» en el diccionario de la RAE. No existe. Aunque debería. Quienes alguna vez hayan intentado aprender la lengua de nuestros vecinos habrán comprobado que es harto difícil emular tal acento con soltura de lisboeta. De ahí que alguien se inventara un día el «portuñol», idioma perfecto para estrechar lazos cuando tienes ante ti a Tasha de Vasconcelos, «top model» internacional, ex novia nunca confirmada ni desmentida de Alberto de Mónaco y amiga íntima, eso sí, de los Grimaldi. Al primer intento de hablar en perfecto «portuñol» para sacar lustre a tiempos pasados, Tasha nos dice que no, que mejor si lo mezclamos todo: inglés, español, portugués y lo que haga falta. Como si fuera necesario dar una explicación para convertir la entrevista en una torre de Babel, la modelo aclara que su madre nació en Gran Bretaña –descendiente de Guillermo El Conquistador para más señas– y que su padre es hijo de nobles portugueses. Entre medias está ella, nacida en Mozambique, criada en Rhodesia y, en la actualidad, residente en Mónaco. Un mix suficiente para entender el increíble don de gentes de esta embajadora del Instituto Pasteur, imagen internacional de Nivea y Louis Vuitton y creadora de la fundación benéfica Amor, que acaba de abrir un hospital en Malawi para niños enfermos de sida. Tanto vértigo da su curriculum como su altura colosal, la misma que le permite caminar con unas bailarinas completamente planas mientras nos habla de los pros y los contras de la popularidad. Consciente de que su belleza y porte aristocrático le abrieron las puertas de un mundo inalcalzable para la mayoría, cuenta que hace tiempo decidió utilizar «este don de Dios» para ayudar a los demás. Por eso se disculpa cuando le preguntamos cómo es capaz de conciliar la pobreza de Malawi con los fastos de Montecarlo. Se ríe, y explica que Mónaco es el lugar donde se mueve el dinero, las grandes fortunas necesarias para construir proyectos como el de África. Y una cosa más: «Esto es algo mío de verdad, no quiero que se tome como un tema frívolo. Estoy involucrada en mejorar esas vidas al cien por cien». Tasha no lo sabe, pero hemos visto la prueba de que no miente: un amplio reportaje publicado en «Paris Match» donde aparece rodeada de niños malauis. Por encima de estos asuntos, y perdonen la frivolidad, planea entre medias su amistad con Alberto de Mónaco, cuestión que, tal si fuera una médium, Tasha zanja antes de que terminemos la frase: «Alberto es uno de mis mejores amigos y apoya plenamente mi fundación. Es más, el 10 de noviembre visitará Malawi». Dicho queda. Por último, para demostrar que la charla en «portuñol» ha sido sólo por culpa del periodista, se despide sonriente con un «muito obrigada» que casi nos suena a fado.