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Matar marcianos ya es cultura

La Razón
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Matar marcianitos es parte de nuestra cultura. Y el Congreso de los Diputados lo ve con buenos ojos. La pasada semana y por unanimidad, la Comisión de Cultura de la Cámara Baja aprobó una proposición no de ley para la promoción y el respaldo a la industria cultural del videojuego. Tras este gesto existe la intención de apoyar a una forma de ocio que supera en ingresos a la industria del cine y la música juntas, un sector que cada año, y tan solo en España, factura más de 700 millones de euros y genera empleo directo a más de 3.000 personas.Respaldo a los creadoresAsí pues, la creación de videojuegos será una actividad cultural más, equiparable a editar un libro o representar una obra de García Lorca. Quien se tire de los pelos por esta afirmación tendrá que meditarlo antes. Es cierto que nombrar «producto cultural» al «Street Fighter» de turno es, cuanto menos, pretencioso. Pero no lo es menos para muchos asegurarlo de la última novela romántica de Danielle Steel.Este apoyo parlamentario supone un reconocimiento a todos los que trabajan en un sector que ha sido capaz de crear obras maestras como «Super Mario Bros» o el hispano «Imperivm Civitas». Aunque a veces cueste creerlo, tras cada uno de los videojuegos que salen al mercado se encuentra un equipo humano de desarrollo que lo ha creado desde cero y no una máquina a la que, tras programarle unos parámetros, fabrica un mero divertimento. Visto así, no hay duda de que es un arte más, fruto de la creatividad y la imaginación.El portavoz socialista de Cultura, Rafael Simancas, defiende que esta medida pretende «reconocer al videojuego como un ámbito fundamental de la creación y la industria cultural de España». Pero, ¿se traducirá este respaldo en ayudas económicas al sector? El debate está abierto, máxime cuando la producción de videojuegos en nuestro país es bastante limitada, siendo buena parte de ella destinada a multinacionales con sedes en países como Francia, Estados Unidos o Gran Bretaña.Para Carlos Iglesias, secretario general de Adese (Asociación Española de Distribuidores y Editores de Software de Entretenimiento), esta propuesta pone fin a un agravio: «La clase política había demostrado un desinterés total hacía nuestra industria», asegura este gran conocedor del sector, que valora la iniciativa legislativa como un impulso y añade: «Queremos demostrar que se trata de un sector con enorme potencial de creación de empleo, así como de generación de riqueza». Desgravaciones fiscalesEn términos similares se expresa Juan Díaz-Bustamante, director de Friendware, una de las más veteranas empresas españolas del sector: «Espero que suponga un primer paso para acabar con la situación actual», mantiene, a la vez que denuncia que el abandono del sector por parte de la Administración «se hace muy evidente en ferias internacionales, donde, desde hace muchos años, vemos a los principales países de nuestro entorno apoyando a sus industrias y desarrolladores nacionales». Un buen ejemplo a seguir es Francia, donde las empresas locales que desarrollan videojuegos pueden llegar a tener desgravaciones fiscales de hasta el 20% de su coste de producción. La única condición es que la subvención se destine a un proyecto con «dimensión cultural». Esto ha logrado que empresas como Electronic Arts tengan a nuestro país vecino en el centro de sus miradas.

 

La crisis coge los mandosEspaña es el único país europeo en el que las ventas anuales de videojuegos han bajado. En total, un 1,5% menos, que, comparado con el aumento del 50% que hubo en 2007, no es mucho. Sin embargo, esto se traduce en unas pérdidas de 300 millones de euros, una cifra nada despreciable si se tiene en cuenta el aumento de 237 millones de euros en publicidad para una campaña navideña que se quedó por debajo de las previsiones. A estos hay que sumar los cálculos con relación a la piratería, que ha hecho perder unos 200 millones por culpa de 28 millones de descargas ilegales. Con todo, España se mantiene en el cuarto lugar europeo en el consumo de software interactivo y venta de consolas, por detrás del Reino Unido, Francia y Alemania.