Sevilla

Morante el arte del valor

- Sevilla. 12ª de la Feria de Abril. Toros de Juan Pedro Domecq, descastados; El 3º, bravucón. La plaza registró lleno de «no hay billetes».- Enrique Ponce, de grana y oro, estocada (silencio); estocada (silencio).- Morante de la Puebla, de verde y azabache, dos pinchazos, descabello (vuelta); estocada (silencio). - Antonio Nazaré, de blanco y oro, pinchazo, estocada, descabello (aplausos); estocada (aplausos). 

Morante, el arte del valor
Morante, el arte del valorlarazon

El arte es expresión del alma. En el torero, para que lo sea de verdad, debe unirse con el valor. Lo otro, destellitos que no perduran... La faena de Morante de la Puebla al segundo, bravucón al que había que domar, queda en las retinas de los espectadores y en el tiempo. Siempre habrá un recuerdo para ella. Es difícil dictar, en verso, tan pura tauromaquia. Los preciosos lances de recibos, un aperitivo, entonaron al torero y templó su ánimo para, más tarde, jugarse la vida con tanta verdad y sentimiento. Nadie pensó que, tras los primeros muletazos de acople, el de la Puebla fuera capaz de hacer verdad un sueño torero, de aficionados y diestros.No hizo falta músicaLa música no arrancó ¿Para qué? Sonaba en el albero y deleitaba al Duende, que apenas aparece... Sólo en momentos cruciales, como ese. El público no reaccionó como debiera. La espada impidió la petición, pero ¿para cuándo dos o tres vueltas al ruedo? Enrique Ponce y Antonio Nazaré no tuvieron toros propicios, aunque se esforzaron. Nazaré, bien con el capote en el primero, devuelto. La faena al sustituto, con el que recibió la alternativa, voluntariosa. Una tanda diestra y otra con la zurda iniciales, sin transmisión fue lo único que pudo hacer. No hubo lucimiento por la poca energía del animal, tardo y muy corto de embestida.Con el descastado sexto, aparte de echarle todo el valor, poco más pudo conseguir. No cejó en su empeño, sin importarle las tarrascadas del manso. Entró a matar con ganas. Más, imposible.Ponce se encontró con el descastado segundo de la tarde, al que, a pesar de insistir por ambos pitones no logró lucir como quisiera. En la primera tanda diestra el animal acudió sin fijeza, como en el resto de la lidia. El torero, a fuerza de cruzarse, consiguió varios pases por ambos pitones, correctos pero sin vibración, a causa de las malas condiciones del animal. Tampoco le ayudó el soso cuarto. Firme y tranquilo, logró varios muletazos por ambos pitones, en los que puso todo, sin respuesta del animal. Cinco verónicas y media de Morante al tercero, con cadencia y ritmo pusieron la plaza en pie. La faena, sensacional; meritoria por valor, conocimiento, arte profundo y belleza: una poesía torera. Le tomó el espacio desde los primeros derechazos, aguantando los derrotes, que corrigió, al insistir en quietud y en llevar la muleta al compás. Los primeros naturales, inciertos. Pero, ahí comenzó a dominar la situación, insistió y recuperó la media distancia, la idónea, pero arriesgada. Naturales largos, ceñidos, redondos y emotivos, como los que siguieron diestros y los izquierdazos, de frente, a pies juntos. Molinete abelmontado y remates jacarandosos. Faenón torero, el más trascendental de la feria. El quite por verónicas al quinto, revolucionó el cotarro. Aparte de eso, poco más. El toro fue a menos, hasta pararse. Faena de aliño eficaz, con sabor añejo.