Lincoln

La «nueva era» comienza en un viejo ferrocarril

Simbólico viaje a la Casa Blanca
Simbólico viaje a la Casa Blancalarazon

Washington- Los cuatro días de fastos inaugurales comenzaron ayer con un simbólico viaje en tren hacia la capital federal en el que Barack Obama pidió a los estadounidenses tanto «perseverancia» como «idealismo» para navegar unidos por la turbulenta crisis económica.
Emulando el mismo trayecto que realizó Abraham Lincoln hace 150 años, Obama partió de una gélida Filadelfia acompañado de su familia y de un escogido grupo de americanos de a pie. Hubo dos paradas –Wilmington y Baltimore– y tres breves discursos en el pistoletazo de salida de la inauguración presidencial que culminará el martes con su toma de posesión como presidente número 44º de Estados Unidos.
El viaje, una pesadilla de seguridad para los servicios secretos norteamericanos, tuvo medidas dosis de celebración y de contención, por los retos obvios a los que se enfrenta el nuevo inquilino de la Casa Blanca.
Clamor contra la intolerancia
De ahí que, en la ciudad donde en 1776 los Padres Fundadores se embarcaron en el «frágil experimento» de declarar la independencia de Inglaterra, Obama urgiera ayer a sus compatriotas a «retomar el trabajo que ellos empezaron», y les instara a declarar otra vez la independencia «no sólo de nuestro país, sino de nuestras propias vidas». «Independencia de las ideologías y la estrechez de miras, de los prejuicios y la intolerancia».
El presidente electo señaló ayer que «sólo en un puñado de ocasiones de nuestra historia se ha enfrentado una generación a desafíos tan inmensos. Una economía que se tambalea, dos guerras y un planeta que se calienta por nuestra insostenible dependencia del petróleo», recordó Barack Obama antes de subirse a un brillante vagón de época, azul metálico, construido en 1939, cuando su Presidencia hubiera sido inimaginable en Norteamérica.
El «Obama express» paró dos horas más tarde en Wilmington, Delaware, para recoger al vicepresidente electo, Joe Biden, y a su familia. Michelle Obama, que ayer cumplía 45 años, y sus dos hijas, Malia y Sasha, también acompañaron al presidente en su telegénico recorrido de 220 kilómetros.
Gran parte del protagonismo lo tuvieron, sin embargo, otras dieciséis familias bastante más anónimas, pero bien seleccionadas que subieron al tren inaugural y que en el futuro veremos en un documental que narrará la coronación del primer presidente negro de Estados Unidos.
Entre estos pasajeros estaba Lilly Ledbetter, de Alabama, que llevó su caso de discriminación laboral hasta el Tribunal Supremo. También Sandra Jackson, testimonio vivo del monstruoso coste del exclusivo sistema sanitario americano. Y Tony Fisher, un veterano de dos rotaciones en Irak desempleado y en busca de trabajo en la sociedad civil.
«Las historias de estas personas me estimularán en los días futuros», aseguró Obama. «La revolución americana no terminó cuando se silenciaron las armas de los británicos. Es un esfuerzo continuo», señaló. «Asegurémonos de que estas elecciones no fueron el final de lo que vamos a hacer para cambiar EE UU, sino el principio». Las resonancias históricas con el viaje de Lincoln, otro abogado que empezó su recorrido hacia la Casa Blanca en el estado de Illinois, marcaron toda la jornada y perfilarán todos los actos de investidura.
La Biblia de Lincoln
Además de imitar el recorrido sobre raíles, algo que también hicieron presidentes como los republicanos Ronald Reagan y George W. Bush y el demócrata Bill Clinton para conectar con los americanos, Barack Obama ha elegido jurar su cargo el martes sobre la misma Biblia que utilizó Lincoln. Hoy mismo, en la segunda jornada de eventos inaugurales, Obama estará en el famoso memorial que dedica Washington al decimosexto presidente de Estados Unidos, donde está previsto un concierto con megaestrellas de la talla de Bono y Bruce Springsteen.
El viaje de Lincoln a Washington en 1861 fue, sin embargo, mucho más furtivo que el de Obama. Una amenaza de asesinato hizo que el presidente que abolió la esclavitud tuviera que disfrazarse y pasara por Baltimore a las 4 de la mañana.
Obama no tuvo que esconderse gracias al extraordinario dispositivo de seguridad que acompañó a la comitiva, que incluyó la instalación de detectores químicos y radiactivos a lo largo de todo el itinerario. La Guardia Costera estuvo estacionada en todos los puntos marítimos que atravesó el tren y se estableció una férrea restricción del espacio aéreo. En total, agentes de más de cuarenta departamentos participaron en la operación.
Centenares de personas se agolparon en las estaciones de Claymont, Delaware, y después en Wilmington, Delaware, y Baltimore para poder ver a su presidente electo. Obama, desde la parte trasera del último convoy, no dejó de enviar saludos y sonrisas a la multitud, consciente de que esos ciudadanos son los que le han confiado la presidencia.