Música

Londres

Una metáfora de América

Convertido en icono, el cantante imitó los pasos de Elvis Presley, con éxitos, excentricidades y excesos

Una metáfora de América
Una metáfora de Américalarazon

Fue el prestigioso periodista y escritor Greil Marcus quien definió a Elvis como «una metáfora de América». Tal aserto vuelve a recobrar todo su sentido al referirse a Michael Jackson, si se quiere una versión corregida y ampliada de Elvis. Al fin y al cabo, Elvis fue «el rey del rock» y Jackson fue «el rey del pop». Qué grande es América, con sus glorias y sus miserias. Y la América contemporánea también fue Michael Jackson, un exceso en sí mismo, como su país. Nada en Michael Jackson sonó a trivialidad. Joseph Jackson, su padre, fundó en 1962 la banda The Jackson Five y pronto situó a su pequeño hijo al frente del grupo. Un muchacho de voz singular, de tremendos registros, de pletórico gusto en el cante y de tintineante gracia en el baile. América era el país en el que un niño de cinco años podía liderar una banda y triunfar. También era el país en el que un padre podía privar de infancia a un pequeño para salir del gueto.Luego llegaron su emancipación y sus memorables discos en solitario. Michael Jackson iba derribando barreras y alcanzando nuevos hitos, protagonizando una de esas historias de superación que tanto gustan en el país. Y entonces llegó «Thriller» y aquello no había quien lo parara. Todo se iba haciendo más y más excesivo alrededor de Michael Jackson. Como es la propia América. El artista convivía con el halago de manera antinatural mientras se empeñaba en ser el negro más blanco del planeta. Y todo ello, en un país en el que apenas se admiten los grises.Michael Jackson, aquel chico pobre de Indiana, contemplaba el mundo desde la cima, como el James Cagney de «Al rojo vivo», como antes sucedió con Elvis. Primero era tratado como un príncipe, luego como un rey. Se codeaba con los mejores músicos, con los más prominentes actores, con los más poderosos políticos. Él era América, siempre extravagante. Se hizo construir la mansión de Neverland, como antes Elvis hiciera con Graceland. Y más: en 1994 se casaría con Lisa Marie Presley, hija del mito.Escándalos con niñosElvis dejó en sus últimos días una imagen grotesca, lastimosa y, también, fascinante. Lo mismo que Michael Jackson, con su revisión contemporánea de lo que fue Elvis en los años 70, incluidos sus escandalosos «affairs» con los niños, su tendencia a hacer el ridículo en sus apariciones públicas y los continuos rumores sobre su salud.Y, como Elvis, murió con muchos contratos firmados por cumplir. Tenía previsto dar 50 conciertos (el exceso, de nuevo) en Londres, otro hito de una carrera que fue de todo menos vulgar. Aquellos conciertos iban a ser su particular «comeback», como aquel que tuvo Elvis en 1968. Pero no. Ayer concluyó una de las historias más fascinantes que haya dado la cultura popular de nuestro tiempo. La última gran metáfora de América.