Reino Unido
La incertidumbre pasa factura a la economía británica
La victoria de Johnson no disipa el miedo de los inversores. El Banco de Inglaterra estima que el PIB crecerá en 2019 el 1%, al menor ritmo desde la Segunda Guerra Mundial
La profunda incertidumbre que ha traído el Brexit a Reino Unido sigue afectando a su economía, que se resiente tras un año de estancamiento político y de inversiones. Según el Banco de Inglaterra, se prevé que el Producto Interior Bruto (PIB) británico crezca tan solo un 1% en 2019, el dato más flojo desde la Segunda Guerra mundial, sin contar las épocas de recesión.
A pesar de que el golpe más duro para la economía británica se produjo en junio de 2016 tras el resultado del referéndum sobre el Brexit, el bloqueo político y, sobre todo, el temor a una salida abrupta de la Unión, han hecho que 2019 haya sido un año especialmente malo para Reino Unido en términos económicos.
Concretamente la misma previsión pronostica que el cuarto trimestre del año, que ahora termina, traerá tan solo un crecimiento del PIB del 0,1%. El estudio elaborado por el Banco de Inglaterra apunta al estancamiento del consumo y que las inversiones se paralizaron hasta conocerse el resultado de las elecciones como causas principales del parón económico en estos últimos tres meses.
Sin embargo, aunque las elecciones del pasado 12 de diciembre dejaron un Parlamento mucho más estable y, con ello, un Gobierno más fuerte, esto no ha terminado de aclarar las preocupaciones de los inversores. Si bien ya está claro que Reino Unido abandonará la Unión Europea el próximo 31 de enero, las dudas surgen en lo que respecta a las relaciones futuras.
Una cláusula incluida por Johnson en la Ley del Brexit impide ningún tipo de prórroga para el periodo de transición o implementación que finalizará el 31 de diciembre de 2020. Once meses parece muy poco tiempo para que los negociadores de ambas partes lleguen a los acuerdos necesarios, y esto lo saben los inversores, que temen una posible salida abrupta de la Unión.
Hace apenas dos meses el canciller de Hacienda británico, Sajid Javid, aseguraba que una vez resuelto el bloqueo político, se desataría «una ola fondos que esperan a ser invertidos en Gran Bretaña». Sin embargo, las exigencias del Gobierno de Johnson para cerrar las relaciones futuras con el bloque comunitario en tan poco tiempo hacen presagiar que 2020 tampoco será un año de bonanza.
Como ejemplo, las palabras de Andrew Sentance, ex trabajador del Banco de Inglaterra, al diario «The Guardian»: «Un nuevo Gobierno y un nuevo gobernador del Banco de Inglaterra. Esto debería ser un nuevo comienzo para la economía de Reino Unido. Pero la sombra oscura del Brexit continúa amenazando nuestro desempeño económico y nuestras perspectivas».
Y aunque los datos económicos no parecen nada esperanzadores, Boris Johnson pretende incrementar la inversión presupuestaria en la zona centro (las llamadas Midlands) y la zona norte de Inglaterra, con el objetivo de reducir la histórica brecha entre el sur rico –con Londres a la cabeza–y las zonas más pobres.
Además, con este movimiento el primer ministro británico parece también dispuesto a premiar a las regiones del norte que le dieron su apoyo en las pasadas elecciones y que históricamente habían sido bastiones del Partido Laborista.
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