Líbano
Beirut echa el cierre: restaurantes y hoteles vacíos y sin reservas
Más de tres meses de protestas y vandalismo agravan la crisis económica en Líbano
Restaurantes cerrados, hoteles vacíos y sin reservas de dólares en los bancos. Tradicionalmente, la Navidad se celebra a lo grande en Beirut y los comerciantes no escatiman en luces de colores y Santa Claus mecanizados que mueven la campanita mientras una voz interior metálica y estridente dice «¡Ho, ho, ho!».
Sin embargo, este año se respira un ambiente poco navideño en las calles comerciales de Beirut. Los comercios llevan semanas con rebajas al 70% para ver si consiguen vender algo. «¡Qué quieres que te diga! No me queda más remedio que vender a precio de costo para, al menos, no perder el dinero que he invertido en todas estas prendas», se queja a LA RAZÓN Nura, gerente de un comercio de ropa de mujer.
A excepción de los centros comerciales de tiendas de marcas internacionales, cientos de pequeños comercios en Beirut y otras ciudades libanesas han tenido que adelantar dos meses antes las rebajas para poder salir del bache económico que sufre Líbano. La crisis se arrastra mucho antes de las protestas, pero la situación ha empeorado debido a los bloqueos de carreteras, huelgas generales, tanto del sector privado como público, que se suceden de forma intermitente desde el 17 de octubre.
Restaurantes cerrados, hoteles vacíos y bancos sin reservas de dólares. Las cifras hablan por sí solas. Diciembre suele ser un mes ajetreado para la industria del turismo debido a las festividades navideñas y muchos libaneses expatriados o turistas eligen el país de los Cedros como destino vacacional. La semana pasada, el presidente de la Federación Libanesa de Hoteles para el Turismo, Pierre Achkar, advirtió de que más de 150.000 propietarios de hoteles, socios, empleados y sus familias se enfrentan a una amenaza inminente debido a la crisis económica. Pero la situación de inestabilidad a causa de las protestas y los disturbios ha obligado a hoteles de cadenas internacionales como Sheraton o Four Seasons a enviar a su personal a otros hoteles de la región por la falta de reservas. «Disminuimos de la noche a la mañana de una ocupación del 100% al 10% desde mediados de octubre», declaró Rami Sayess, vicepresidente regional del hotel Four Seasons.
En cuanto al sector de la restauración, la situación no es más alentadora. Más de 260 restaurantes cerraron en noviembre por no poder pagar a sus empleados y no mantener un mínimo de clientes. El sindicato de Propietarios de Restaurantes advirtió a principios de diciembre de que si la situación no mejoraba, «otros 200 restaurantes» cerrarían, lo que eleva el número total a 465.
El distrito comercial de Beirut, en el centro, lleno de negocios y restaurantes, parece una ciudad fantasma. Muchos comercios han cerrado porque ahora esta zona está ocupada por los manifestantes y cerrado por alambre de espino o vayas de seguridad que ha levantado el Ejercito para proteger los restaurantes.
El cierre de restaurantes es solo un ejemplo de la disminución de la actividad comercial en casi todos los sectores. «Muchas empresas han despedido a la mayoría de su personal o han reducido los salarios a la mitad para hacer frente a la crisis», advierte Najla, ama de casa y madre de cuatro hijos, cuyo marido ha sido despedido de una compañía que importa vehículos europeos.
La mayoría de empresas privadas de todos los sectores económicos utilizan el dólar para pagar las importaciones. Ahora, que nadie sabe que está ocurriendo con los dólares en los bancos, que desaparecen misteriosamente, muchos empresarios se han visto con la soga al cuello. Para seguir pagando en dólares, si es que consiguen reunir la cantidad, tienen que pagar entre un 30 y 40% más que hace un mes y medio.
El dólar, que desde el fin de la guerra civil se ha mantenido a un cambio de 1.500 libras libanesas (LL), ahora está en el mercado a 2.000. Esto ha provocado que los hospitales y farmacias tengan escasez de suministros médicos y medicamentos, o que las gasolineras estén agotando las reservas. Las estaciones de servicio cobran a los clientes en LL, pero tienen que pagar a las empresas privadas que importan el combustible en dólares, lo que ha llevado a pérdidas económicas en el sector, ante la subida del carburante a la hora de importarlo.
La caída de la libra ha causado también un aumento del precio de todos los productos importados. En los grandes supermercados, donde abundan los productos franceses o extranjeros, los consumidores tienen que pagar la diferencia para equiparar el precio en dólares. En muchos negocios se cobra indistintamente en moneda local o dólar y si se paga con tarjeta de crédito ya no se cobra en dólares sino en liras, lo que ha encarecido la cesta de la compra. Los clientes que tienen cuenta en dólares pueden seguir retirando dólares, pero con restricciones. El Banco Central Libanés puso como tope hace una semana la retirada de 100 dólares al día, 400 dólares a la semana y 800 dólares al mes por cliente, pero la realidad es que cada banco hace lo que le viene en gana.
La creciente presión sobre la escasez de dólares y la caída de LL se suma a la parálisis política. Sin bien antes de Navidad, Líbano tuvo un primer ministro, las posibiliadades de que se forme Gobierno antes de que acabe el año se presentan remotas. Los manifestantes siguen en la calle para protestar por la designación de Hasan Diab, que aunque es un académico, forma parte de la vieja casta. Además, su cercanía a Hizbulá podría intranquilizar a Occidente, que no quiere que Líbano tenga la tutela de Irán.
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