Australia

Australia: miedo a un estado de catástrofe constante

El último balance deja más de 20 muertos y 3 millones de hectáreas reducidas a cenizas por los incendios que han quemado un territorio superior a Extremadura

Bushfires in Nowra, New South Wales
Nancy Allen y Brian Allen junto a su casa atrapada en el fuego en New South Wales, AustraliaTRACEY NEARMYReuters

La emisora del servicio de emergencia es el único método de comunicación que tienen aquellas personas que han decidido proteger sus casas del fuego y se han quedado sin electricidad, sin servicio telefónico y sin aliento después de varios días luchando contra las llamas. Es sábado en Nueva Gales del Sur. En torno a las diez de la noche más larga de las últimas semanas, el informe más reciente ha confirmado que una torre de agua se ha desplomado en Cooma, un pequeño pueblo de poco más de 6.000 habitantes ubicado a 400 kilómetros al sur de Sydney. Hogares inundados, coches a merced de la corriente y un final abierto para esta tragedia sin fin. «Aún no hay información sobre la existencia de víctimas», afirman los medios.

Más de cuatro millones de litros de agua salieron despedidos por las calles de esta localidad y según un testigo, el derrumbe estuvo precedido por un trueno ensordecedor. Australia no tiene suficiente con la existencia de más de 200 incendios activos y fuera de control (150 en Nueva Gales del Sur, 50 en Victoria y 13 en Australia del Sur), sino que está lidiando también con un fenómeno que se une a este réquiem del caos: las tormentas generadas por la intensidad de los fuegos, o pyrocumulonimbus.

El ascenso de las columnas de humo y el vapor de agua generan nubes que pueden ser fatales para la propagación y generación de nuevos incendios cuando se dan las condiciones adecuadas. A este proceso se le unieron ayer unas temperaturas extremadamente altas y un fuerte viento, de más de 90 kilómetros por hora, que pusieron el fatídico broche a una situación de emergencia anticipada. Que millones de litros de agua hayan inundado Coomo después de meses de intensa sequía tras un sistema eléctrico generado por los fuegos y mientras sigue asediada por las llamas retratan un infortunio que también está persiguiendo a otras poblaciones.

Éxodo masivo

Decenas de miles de australianos llevan toda la semana evacuando sus hogares ante unas previsiones fatales que se cumplieron tras los últimos balances de ayer. El saldo de este sábado fatídico es de cientos de miles de hectáreas calcinadas que se unen a las casi 6 millones reducidas a cenizas desde que la temporada de incendios comenzó en septiembre, varios meses antes de lo habitual.

Aún hay seis personas desaparecidas en el estado de Victoria -una cifra que durante el día disminuyó de 28 a media docena- y se han contabilizado dos fallecimientos en Kangaroo Island (23 en todo el país), ubicada en el estado de Australia del Sur. Es precisamente esta isla la que se está llevando la peor parte de las llamas durante este fin de semana, después de que haya ardido una tercera parte de su extensión y aún haya cinco incendios fuera de control en un área de 4.400 kilómetros cuadrados. Poco más de 500 bomberos llevan 48 horas lidiando por turnos con unas llamas que avanzan sin que su esfuerzo esté teniendo ninguna recompensa.

Cooma y Kangaroo Island son dos retratos recientes del drama que está viviendo Australia, aunque su extensión es infinitamente mayor con unas dimensiones difíciles de cuantificar en su totalidad. La prioridad ante esta situación de incertidumbre está en proteger a personas y propiedades ante el avance de las llamas, sin embargo, hay unas víctimas silenciosas que también están sufriendo una desdicha que dejará una profunda huella.

Koalas en peligro

Grupos ecologistas advierten de que todos estos meses de intensos fuegos provocarán que varias especies animales entren en peligro de extinción. Es posible que algunas nunca se recuperen después de este episodio como es el caso de los koalas, cuya población, solamente en Nueva Gales del Sur, se ha reducido en un 30%. Existe temor entre los expertos a que el ecosistema australiano quede desolado no solo por los incendios actuales, sino porque éstos se conviertan en una tónica general como consecuencia del calentamiento global.

El problema no es únicamente el que los animales sean presas de las llamas, también arden las plantas, los árboles, los frutos y hierbas que son fuentes de nutrición de los que sobreviven. La reducción de la flora expone a los ejemplares más vulnerables a que sean víctimas de especies depredadoras y los pájaros pierden sus nidos. Hay estimaciones que hablan de cerca de 500 millones de animales afectados por los incendios.

Un gobierno en entredicho

Cada minuto cuenta y en esta lucha contrarreloj contra las llamas, prima la sensación de que el Gobierno presidido por Scott Morrison no está a la altura de las circunstancias. Se evidencia el desamparo que viven aquellos que se separan de sus mujeres e hijos para proteger sus casas con pocos medios y sin más ayuda que las de sus vecinos, o el de miles de personas que huyen por mar porque la tierra arde sin control; aunque esta crisis también está poniendo de relieve la solidaridad de una sociedad con empatía y solidaria que es capaz de arriesgar su propia vida para salvar la de otros o de pasar por todo tipo de incomodidades para asistir a los que más lo necesitan.

Y en la cúspide de la pirámide del altruismo se encuentran unos voluntarios que no tienen tiempo ni para quejarse ante la falta de facilidades. Por primera vez desde el comienzo de los fuegos hace tres meses, el mandatario ha empleado a 3.000 reservas para que ayuden a ciudadanos que se encuentran varados en zonas remotas y severamente afectadas.

Para muchos, este auxilio llega tarde. Gran parte de la ciudadanía se siente abandonada por el Gobierno federal y sin el respaldo de un liderazgo sólido y resolutivo. La presencia del ‘premier’ en algunas zonas afectadas durante la semana pasada le costó varios improperios de personas intransigentes con la inacción que ha demostrado el político.

Mientras tanto, la emisora del servicio de emergencia sigue reportando con frialdad después de una noche tan larga como se esperaba. Recomendaciones de evacuación, nuevas alertas, actualizaciones de focos activos, peticiones para donar… así es el día a día en Australia desde hace meses y así será hasta que llegue la tan ansiada lluvia. .