Boris Johnson
Brexit es Brexit: Johnson rechaza someterse a las normas y a los tribunales europeos
El primer ministro británico amenaza ahora con el modelo australiano para alejarse de los estándares de la UE
El “premier” Boris Johnson quiere dejar claro que ha comenzado una nueva era. En su primer gran discurso ayer como dirigente de un Reino Unido fuera de la UE, el líder tory recalcó que la gran clave del Brexit (aunque no quiso mencionar la palabra porque para él ya es pasado) era recuperar el control, por lo que no está dispuesto ahora a “alinearse” con las reglas comunitarias en el acuerdo comercial que aspira a cerrar con Bruselas antes de que termine el periodo de transición a finales de año.
Ante el modelo Noruego que le ofrecen ahora los Veintisiete para tener acceso al mercado único, el “premier” prefiere el canadiense, que permite la eliminación del 90% de aranceles, pero asume, al fin y al cabo, fricciones. Y es más, si éste último no fuera posible, estaría dispuesto a alejarse aún más de la normativa del bloque aplicando un modelo inspirado en el australiano, que no cuenta con tratado comercial como tal con la UE y funciona tan sólo con acuerdos sectoriales.
“A menudo se nos ha dicho (refiriéndose a Bruselas) que debemos escoger entre un pleno acceso al mercado único, aceptando sus normas y sus cortes según el modelo de Noruega, o un ambicioso tratado de libre comercio, que abre mercados y evita todo el marco de regulaciones comunitarias, según el ejemplo de Canadá”, recalcó.
"Pues bien, hemos elegido y queremos un tratado de libre comercio similar al de Canadá. Y en el improbable caso de que no tengamos éxito, entonces nuestro comercio tendrá que estar basado en el actual Acuerdo de Retirada de la UE", afirmó.
En este sentido, Johnson aseguró que esto no supone una elección entre "un acuerdo o un no-acuerdo" sino entre una relación comercial con la UE comparable a la de Canadá "o más como la de Australia".
Lo cierto es que este último escenario poco se diferencia del “no deal” que habría en caso de que Londres y Bruselas no lograran acercar posturas y terminaran rigiendo sus relaciones futuras únicamente bajo los parámetros de la Organización Mundial de Comercio.
Y esto crea cierto nerviosismo en el bloque. Porque mientras que en los tiempos de Theresa May todos eran conscientes de que la ex “premier” no estaba dispuesta a ejecutar una salida caótica, en la era de Boris Johnson las cosas funcionan de una manera completamente distinta.
El actual inquilino de Downing Street es totalmente impredecible por lo que sus órdagos en esta nueva fase de negociaciones hay que tomarlos en serio. Entre otras cosas, porque, a diferencia de su antecesora, cuenta además con el control de la Cámara de los Comunes tras la mayoría absoluta conseguida en diciembre.
En cualquier caso, por mucho que se quiera inspirar ahora Johnson en el Acuerdo Económico y Comercial Global (CETA) de 2016 entre la UE y Canadá existen grandes diferencias. Partiendo de la base que Canadá no está en Europa y no comparte los mismos lazos económicos y geográficos con el continente. Asimismo, permite el comercio de una mayoría de bienes sin aranceles, pero apenas cubre los servicios (cuando representan el 80% de la economía británica) y mantiene los controles aduaneros y del impuesto sobre el valor añadido. Y luego viene el pequeño detalle: tardó en cerrarse siete años y Londres y Bruselas apenas tienen ahora 10 meses.
Por su parte, el comercio entre la UE y Australia se basa actualmente en un “marco de asociación” limitado acordado en 2008, que abarca la cooperación en una amplia gama de áreas económicas y acuerdos sobre cuestiones como el reconocimiento mutuo de las normas de productos. En cualquier caso, en junio de 2018, Bruselas y Canberra empezaron las negociaciones para cerrar un acuerdo comercial más exhaustivo y ambicioso.
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