Brexit
El futuro de Irlanda: Nubarrones amenazan la frágil paz en el Ulster
La salida de la UE reaviva las tensiones nacionalistas entre católicos y protestantes, que han tardado tres años en pactar un Gobierno de coalición
El Puente de la Paz de Derry simboliza la reconciliación entre católicos nacionalistas y protestantes unionistas desde los Acuerdos de Viernes Santo de 1998 en Irlanda del Norte. Inaugurado en 2011 y financiado con fondos de la Unión Europea, permite circular a ciclistas y peatones a los largo de sus 235 metros. El puente buscaba unir a dos comunidades que vivieron de espaldas durante décadas: la católica en la orilla izquierda del río Foyle y la protestante en la margen derecha.
A la segunda ciudad de Irlanda del Norte, unos la llaman Derry; los otros, Londonderry. Unos rezan en la catedral católica de San Eugenio; los otros, en la protestante de San Columba. Unos ondean la bandera tricolor irlandesa; los otros, la Union Jack británica. Unos prefieren vivir en la margen izquierda del Foyle; los otros, en la derecha. Pero estas últimas dos décadas han podido acercarse gracias a los esfuerzos de la UE.
Derry fue el escenario del «domingo sangriento» de 1972, cuando soldados del Regimiento Británico de Paracaidistas abrieron fuego durante una marcha no autorizada por los derechos civiles en uno de los incidentes más trágicos del conflicto. Trece personas murieron y 14 resultaron heridas, una de ellas murió más tarde. Esta tragedia aún marca la ciudad, cuyas calles conservan los murales unionistas y republicanos como recuerdo de los años de plomo entre ambas comunidades.
La incertidumbre desatada por un Brexit rechazado por la mayoría de la población reabre las duda sobre si los equilibrios tan difícilmente alcanzados tras treinta años de violencia que dejaron más de 3.500 muertos podrán mantenerse.
En opinión de Ricki O’Rawe, profesor de la Universidad de Belfast, la salida de la UE despierta fantasmas que se creían superados. «El Brexit ha prendido de nuevo el fuego de una forma de nacionalismo xenófobo que se hace tóxico y peligroso aquí más rápido que en otros países», explica en un conversación con LA RAZÓN.
Y es que el apoyo europeo a la reconciliación permitía a los norirlandeses encarar con optimismo el futuro, especialmente en las localidades fronterizas entre las dos Irlandas, tradicionalmente abandonadas por Londres durante los años de «los troubles». «La participación en la UE nos ofreció la oportunidad de ser europeos en lugar de (o a la vez) que británicos o irlandeses y, por tanto, lo que tenemos en común más que lo que nos diferencia», añade O’Rawe.
Pero la principal amenaza que planea sobre la paz es la posibilidad, aún no descartada por completo, de que una frontera física vuelva a separar a las dos Irlandas. Peter Sheridan, ex oficial de policía que trabajó 34 años en la frontera, vaticina lo que ocurriría. «En cuanto pusieron el primer puesto de aduanas, empezaron los ataques contra los oficiales de aduanas, por lo que la Policía acabó custodiando puestos y oficiales de aduanas. Y luego, cuando atacaron a su vez a la Policía, el Ejército entró para proteger a la Policía, y luego, cuando ya comenzaron a atacar a los soldados, construyeron instalaciones para protegerse a sí mismos». «Si empiezan de nuevo las protestas y la resistencia, comenzará el círculo otra vez», advierte el ex policía.
Para evitarlo, precisamente, Londres y Bruselas pactaron trasladar las aduanas al mar, lejos de la frontera entre la dos Irlandas. Henry Patterson, profesor emérito de Historia en la Universidad del Ulster, reconoce que «el Acuerdo de Salida significará cierta fricción en el comercio entre el Ulster y el resto de Reino Unido, pero poco más de importancia». En su opinión, el arreglo «ideológicamente supone un golpe para los unionistas, pero, por otro lado, desinflará la ira generalizada de los católicos sobre el Brexit, por lo que, a largo plazo, consolidará el estatus de Irlanda del Norte».
Sobre un posible rebrote de la violencia, O’Rawe lo descarta por la falta de apoyo social. «Los republicanos disidentes que han matado a algunos miembros de las Fuerzas de Seguridad, los oficiales de la prisión y a la periodista Lyra McKee no tienen un apoyo popular significativo». «La mayoría de sus intentos de asesinato fracasan o son frustrados por las Fuerzas de Seguridad que se han infiltrado fuertemente en la organización».
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