Brexit

Europa cierra filas en la negociación con Reino Unido sobre el Brexit

España apoya a Francia en el acceso a las aguas pesqueras británicas, punto que marcará los seis primeros meses de contactos

European Parliament's plenary session in Strasbourg
Ursula von der Leyen (I) hablando con el negociador jefe británico del Brexit Michel Barnier (D). EFE/EPA/PATRICK SEEGERPATRICK SEEGEREFE

Comienza la parte más difícil. Nadie duda en la capital comunitaria de que los Veintisiete se enfrentan a un reto hercúleo en sus negociaciones con Reino Unido sobre la relación futura. Si hasta el momento la unidad de los socios se ha mostrado un dogma inquebrantable, a partir de ahora el cierre de filas será mucho más complicado debido a los intereses divergentes dentro del club europeo. Algunos países tienen un mayor afán en preservar sus exportaciones según su mayor o menor saldo comercial mientras que otros, como España, necesitan un acuerdo lo más ambicioso posible que también recoja el sector servicios, imprescindible para salvaguardar los intereses turísticos.

Las capitales europeas están estudiando las directrices negociadores presentadas por el negociador euro Michel Barnier, que será el encargado de llevar la batuta en esta nueva etapa, tal y como hizo en la anterior con notable éxito. Se espera que las cancillerías den luz verde al nuevo mandato negociador en el Consejo de Asuntos Generales el próximo día 25 de febrero para que las conversaciones con Reino Unido comiencen la primera semana del mes de marzo, aunque muchos detalles sobre la coreografía de encuentros deben seguir perfilándose en estas semanas. Hasta el momento, Reino Unido se ha enfrentado a un dique de contención cuando ha intentado dividir y vencer al club comunitario. Pero ahora lo tiene más fácil.

La gran prueba de fuego llegará en los seis primeros meses. La Comisión Europea pretende que antes del 1 de julio quede resuelto uno de los principales escollos de las negociaciones: la pesca. Bruselas quiere que Reino Unido mantenga el acceso a sus aguas para los pescadores comunitarios y que su mercado siga abierto a los productos pesqueros de los Veintisiete. Bruselas calcula que debe respetarse este límite de tiempo para que sea posible fijar las cuotas de pesca del año 2021, en el mes de diciembre, tal y como es habitual. París ha sido el principal promotor de esta línea negociadora, aunque la pregunta es si los socios con menos intereses en el sector seguirán respetando estos postulados, si esto empaña el resto de capítulos. Boris Johnson ya ha dicho que no va a ceder y que las aguas territoriales británicas serán de su uso exclusivo. España está al lado de Francia en este empeño. «No tenemos tantos barcos como Francia, Bélgica e Irlanda pero sí interés en los productos de pesca», explican fuentes diplomáticas españolas que señalan el alto simbolismo de este flanco a ambos lados del Canal de la Mancha. A pesar de la negativa contumaz a seguir permitiendo que los pescadores europeos faenen en sus aguas, estas fuentes también señalan que para Reino Unido «el único mercado factible de pescado es el europeo. Cuando entramos en la UE, Reino Unido empezó a pescar en serio. En Reino Unido el consumo de pescado era muy pequeño, nosotros ocasionamos que se generara esa industria».

Sin prórroga a la vista

También en julio, deberán consensuar una posible prórroga de uno o dos años. Una vez más, Londres amenaza con circunscribir las negociaciones a sólo 11 meses, lo que complica llegar a un acuerdo ambicioso de bienes y servicios, tal y como en principio deseaban las dos partes.

¿Qué persigue Londres con esta estrategia suicida?

Todo indica que enturbiar las relaciones entre los Veintisiete y generar disputas en aquellos socios del club que, ante el temor a perder el acceso al mercado británico, se decanten por un modelo de intercambio de bienes de 0 cuotas y 0 aranceles y desistan de apretar las tuercas a Reino Unido sobre el ámbito más espinoso: la divergencia regulatoria. Bruselas se ha conjurado para limitar el acceso al mercado común si Reino Unido hace competencia desleal al club comunitario en los estándares sanitarios, sociales, las subvenciones públicas, la fiscalidad y el medio ambiente. Nadie quiere un Singapur al otro lado del Canal de la Mancha que haga juego sucio para atraer la inversión internacional. Pero puede que el pragmatismo acabe imponiéndose ante el temor a un Brexit caótico el próximo 31 de diciembre de 2021, lo que implicaría que los intercambios comerciales tuvieran que seguir las tarifas arancelarias de la Organización Mundial del Comercio. Un escenario que perjudicaría a los países con mayor déficit comercial con Reino Unido, entre los que se encontraría la locomotora alemana. Hasta el momento, Berlín ha supeditado cualquier interés económico a la necesidad de preservar el proyecto de integración europeo y la unidad del mercado común, pero nadie duda de que Reino Unido intentará presionar hasta el final y dividir al eje Berlín- París.

Dentro de los países más pragmáticos y menos beligerantes, se encontraría la República de Irlanda –el país con una mayor exposición de su economía– los países escandinavos y Países Bajos (también con una fuerte dependencia comercial). Como incógnita, la estrategia de los países del Este que tienen en la situación de muchos de sus ciudadanos en el país uno de los principales caballos de batalla. «Nadie quiere que esto sea un mal divorcio», aseguran fuentes comunitarias. Sólo el tiempo dirá si se cumplen estos deseos.