Covid-19
EE UU entra en la fase dos de una prometedora vacuna contra el Covid-19
Hasta 600 personas participarán en el ensayo de un antiviral desarrollado por la empresa norteamericana Moderna
La empresa estadounidense de biotecnología Moderna, radicada en Cambridge, Massachusetts, anunció ayer que ha recibido la luz verde de las autoridades sanitarias para iniciar la fase dos del ensayo de una vacuna. La noticia, que provocó el inmediato repunte del precio de sus acciones, que subieron cerca del 16%, habla de una segunda ronda de ensayos donde participarán 600 personas. La de Moderna sería una vacuna desarrollada con una tecnología tan prometedora como incierta, basada en los mensajeros de ARN, que de funcionar deberían de ser capaces de provocar que el cuerpo produzca las proteínas necesarias para luchar contra el virus.
La del coronavirus no sería la primera de las vacunas experimentales de la empresa, que también trabaja en potenciales vacunas para enfermedades como el zika. Básicamente la vacuna de Moderna cambia la necesidad de inyectar antígenos por la de dar instrucciones al cuerpo para que los cree: un salto casi cuántico, pues tal y como explicaba Stuart A. Thompson en un artículo del New York Times, «las vacunas de ARNm no necesitan ser cultivadas en grandes cantidades y luego purificadas, por lo que son mucho más rápidas de producir. Podrían cambiar el curso de la lucha contra Covid-19». El problema, de nuevo, es que se trata de una tecnología que todavía no ha demostrado su fiabilidad.
Nadie ha logrado hasta la fecha fabricar una vacuna basada en el ARNm. Tal y como recordaba Thompson, hace 2 años, en 2018, Bill Gates publicó en la revista «Time» sobre Seis Innovaciones que podrían cambiar el mundo. Entre ellas citaba las vacunas ARNm. «La mayoría de las vacunas usan formas inactivas o debilitadas del virus para ayudar a tu cuerpo a crear la inmunidad y prevenir la enfermedad», escribió el filántropo, «los científicos están estudiando ahora cómo usar el material genético, que debería de hacer que el desarrollo de nuevas vacunas sea más rápido y menos caro. Si podemos enseñar al cuerpo a crear su propias defensas naturales, podemos revolucionar la forma en que prevenimos las enfermedades».
Aparte de Moderna otras empresas, como CanSino and the A.M.M.S., Inovio Pharmaceuticals, BioNTech and Pfizer, Sinovac, la Universidad de Oxford, Instituto de Wuhan y Sinopharm, Novavax, CureVac, Sanofi y GSK, el Imperial College, Vaxart, Altimmune y Janssen también trabajan en sus propios prototipos de vacunas.En total hay más de cien proyectos a nivel mundial. Otro de los que ha generado olas informativas en los últimas semanas es el abanderado por la Universidad de Oxford y el Instituto Jenner, denominado ChAdOx1nCoV019.
Es importante recordar que la práctica totalidad de los los tratamientos que empiezan los ensayos clínicos, incluso en su fases segunda y tercera, acaban siendo rechazados por los reguladores sanitarios. Los científicos de Oxford han explicado en un comunicado que en el mejor de los casos esperan tener en otoño de 2020 unos resultados bastante consistentes en cuanto a la eficacia del ensayo en fase 3, que demuestren si «la vacuna protege contra el virus» así como la «capacidad de fabricar grandes cantidades de la vacuna». Pero la propia Universidad avisa de que «los plazos son muy ambiciosos».
«Nuestra capacidad para determinar la eficacia de la vacuna se verá afectada por la transmisión del virus en la población local durante el verano», dijo, para añadir que está considerando «iniciar ensayos con socios en otros países para aumentar nuestra capacidad de determinar la eficacia». En realidad, y como explicó Thompson, sería absolutamente histórico lograr una vacuna en uno o dos años.
Con los plazos convencionales, determinados por la tecnología disponible, los severos controles de las autoridades para evitar daños inesperados, la logística para la fabricación y otros condicionantes, lo normal es que el mundo no disponga de un tratamiento barato y accesible antes de 2036. En el caso del nuevo coronavirus los científicos han comenzado a desarrollar los candidatos a vacunas al mismo tiempo que tratan de conocer el propio virus, acelerando en varios años muchos de los trámites inevitables.
La Organización Mundial de la Salud publicó un documento en el que analiza una vía para lograrlo: nada menos que empezar estudios con pacientes sanos, voluntarios, a los que se infectaría a propósito. Dicho estudio podría usarse para «comparar la eficacia de múltiples vacunas candidatas y así seleccionar las más prometedoras», acelerando el desarrollo de las vacunas y aumentando la probabilidad de que sean efectivas. Por supuesto se trata de una apuesta sumamente arriesgada, que aconseja esbozar una serie de criterios para que el experimento sea «éticamente aceptable». La idea de la OMS ya fue sugerida hace unas semanas por un grupo de congresistas de EE.UU., así como por diversos investigadores, como Marc Lipsitch, de Harvard.
En cuanto a Moderna, de progresar con éxito su vacuna, habla de iniciar la tercera fase del ensayo al principio del verano. «Estamos acelerando la ampliación de la fabricación», dijo el presidente de Moderna, Stephane Bancel, en un comunicado, «y nuestra asociación con Lonza [fabricante suizo de medicamentos] nos coloca en una posición óptima para producir y distribuir la mayor cantidad posible de dosis de vacuna de ARNm-1273, en caso de que resulte segura y efectiva».
Son muchas las incertidumbres que rodean al potencial tratamiento mientras el país contempla con horror el crecimiento del paro en otros 3.169.000 personas más durante la última semana, con lo que cifra total de estadounidenses apuntados al desempleo es ya de 33,5 millones. Todo esto mientras la CNN revela que la Casa Blanca ha decidido no seguir las recomendaciones compiladas por el Centro Nacional para el Control y Prevención de las Enfermedades para la reapertura del país.
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