Coronavirus

Un confinamiento en ultramar (lVII): Tragedia y farsa, hemeroteca

Echenique habla de “sicariato mediático” y acusa a los medios de llamar a unos neonazis “simpáticos jóvenes constitucionalistas”

El Congreso debate la quinta prórroga del estado de alarma
La diputada de Bildu Mertxe Aizpurua durante una de sus intervenciones en el CongresoPoolPool

La historia se repite, sucesivamente, como tragedia y farsa, hemeroteca. 15 de octubre de 1984, el periodista de El País, José Yoldi, escribe que «María Mercedes Aizpurúa Arzallus, directora técnica de la revista Punto y Hora de Euskal Herria, ha sido condenada por la Audiencia Nacional a un año de prisión, con la pena accesoria de suspensión de profesión durante el tiempo de la condena, como autora de un delito de apología del terrorismo». Aizpurúa había publicado un editorial en la revista Punto y Hora titulado «Por los gudaris de ayer y de hoy». Pero la condena fue, según Yoldi, por el encabezamiento a una entrevista al hermano de un etarra, publicada en ese mismo número, y que según los jueces constituía, «a la par que una justificación de la dedicación del número de la revista Punto y Hora a diversos militantes de ETA, anteriormente fallecidos, una proclama revolucionaria en defensa de la lucha de tal organización armada, y un homenaje a sus militantes desaparecidos, lo que integra, a juicio del Tribunal, una clara defensa y alabanza de la organización terrorista, de sus integrantes, y de su violenta actividad». En 1983, ETA cometió cuarenta y cuatro asesinatos. Tres entre cuarenta y cuatro: el 4 de mayo de 1983, un comando de ETA trató de secuestrar en un garaje de Bilbao al policía nacional Julio Segarra. Tras atarlo con alambres, fueron sorprendidos por el cabo de la Policía Nacional, Pedro Barquero González, y su esposa, María Dolores Ledo García, embarazada de 7 meses. Los pistoleros acabaron con sus vidas y posteriormente asesinaron al agente amordazado.

En 1984, ETA asesinó a treinta y dos personas. Uno entre treinta dos: el senador del PSOE-PSE Enrique Casas, víctima de los Comandos Autónomos Anticapitalistas, escisión Monty Python de ETA, en sí misma un gag ridículo (lo monstruoso no quita lo risible). Aizpurúa siguió a lo suyo. Trabajó en Egin. Fue directora de Gara entre 1999 y 2004. Nosotros también seguimos: El País, 1 de octubre de 2016: «Hemos sabido que Sánchez ha mentido sin escrúpulo a sus compañeros. Hemos comprobado que sus oscilaciones a derecha e izquierda ocurrían únicamente en función de sus intereses personales, no de sus valores ni su ideología, bastante desconocidos ambos». Ítem más: Alfredo Pérez Rubalcaba, entrevistado por Susanna Griso, «Imagínese la que tendríamos montada si hubiéramos ido a una investidura con el apoyo de Podemos, que está en el derecho de autodeterminación, y de los independentistas, que ni le cuento... ¿Qué estaríamos diciendo hoy a los españoles? Es que gobernar España es muy complicado, y exige apoyos parlamentarios sólidos, si quieres hacer un buen gobierno. Si quieres chapucear…». «¿Y a usted le consta que Pedro Sánchez quería chapucear?», repregunta Griso, «es decir, ¿que quería llegar a un pacto con los independentistas?». «El argumento lo conozco», responde Rubalcaba, «vamos a sentarnos con ellos y acabarán siendo buenos. Pero, oiga, cabe la posibilidad de sentarse con ellos y acabar siendo malos, y que no te hagan caso. Yo le dije esto a él.

ebo decir que dejamos de hablar, bueno, dejó de hablar él». En 2018 Aizpurúa publicó «Argala. Pensamiento en acción» (Txalaparta), dedicado al dirigente de ETA José Miguel Beñarán, alias «Argala». 5 de enero de 2019, ya portavoz de EH-Bildu en el Congreso de los Diputados, Aizpurúa subraya la decisiva aportación de su partido al Gobierno de María Chivite en Navarra. También glosa el mensaje de Felipe VI el 3 de octubre de 2017: «El monarca apeló claramente a conformar un bloque político y mediático capaz de profundizar en la contrarreforma autoritaria. No nos llamamos a engaño. Esa voluntad sigue intacta y se expresa con una agenda política muy definida: frente a la autodeterminación, artículo 155; frente al feminismo, patriarcado; frente a la plurinacionalidad, una y grande; frente al independentismo, represión e ilegalización; frente a la igualdad, la injusticia y el desprecio de clase». En la bancada asentía Oskar Matute, diputado de Bildu cuyo lema en Twitter reza: «Si no nos dejan soñar, no les dejaremos dormir». Esa gente, más Pablo Echenique, que habla de «sicariato mediático» y acusa a los medios de llamar a unos neonazis «simpáticos jóvenes constitucionalistas», esa peña, sí, es la que firmó junto a Adriana Lastra el documento de la vergüenza. Obligada, claro está, por el PP. Algún día alguien preguntará cómo fue posible que Sánchez sobreviviera tanto tiempo apoyado en semejante montaña de escombros. Hasta que recuerde que a su lado andaba Rafael Simancas: «Nos dejaron tirados, nos obligaron a buscar votos [...] El PSOE hizo lo que tenía que hacer para seguir salvando vidas».