América Latina

Fracasa la misión europea de Borrell para arrancar concesiones a Maduro

Los diplomáticos fracasan en su objetivo de convencer al régimen venezolano de retrasar seis meses las legislativas y organizar unos comicios con mínimas garantías

Varias personas se sujetan de la parte trasera de un autobús lleno de pasajeros debido a la suspensión del servicio del subterráneo por un corte de energía hoy, en Caracas
Varias personas se sujetan de la parte trasera de un autobús lleno de pasajeros debido a la suspensión del servicio del subterráneo por un corte de energía hoy, en CaracasRayner PeñaAgencia EFE

La tarea de la misión enviada por el alto representante de la UE, Josep Borrell, no era simple: lograr que las elecciones parlamentarias convocadas en Venezuela para el 6 de diciembre sean pospuestas al menos durante seis meses para procurar condiciones democráticas que las validen.

El aplazamiento permitiría a los Veintisiete organizar una misión exploratoria que evalúe las condiciones políticas y acompañe su mejora para finalmente tener unas votaciones que reúnan las tan mentadas «condiciones mínimas» necesarias por parte europea para reconocerlas, así como al Parlamento resultante.

La misión ha estado encabezada por el secretario general adjunto del Servicio Europeo de Acción Exterior, Enrique Mora, y el director general en funciones para las Américas, Javier Niño, y durante sus días en Caracas, según pudo conocer LA RAZÓN, sostuvieron reuniones con todos los sectores.

Hubo encuentros con Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional reconocido como mandatario interino por casi 60 países del mundo, que se niega a participar del «fraude de Maduro»; con Henrique Capriles, quien encabeza un liderazgo alternativo que llama a participar para presionar por condiciones; con el cardenal Baltazar Porras, administrador apostólico de la Arquidiócesis de Caracas; y con integrantes de los partidos minoritarios que bailan con el chavismo esta «fiesta electoral».

También hubo encuentros con Jorge Rodríguez, ex ministro de Propaganda del chavismo y ahora jefe de campaña del partido oficial, y su hermana Delcy, vicepresidenta del régimen. Hasta la tarde ayer, no se descartaba que hubiese una reunión directamente con Nicolás Maduro antes de volar de regreso a Europa hoy.

En la reunión con Guaidó, Mora y Niño «escucharon atentamente» los planteamientos del presidente encargado, que explicó el rosario de trabas que ha impuesto el oficialismo hasta construir una «pantomima electoral» rechazada por más de 30 partidos opositores, la Asamblea Nacional y Estados Unidos, entre otros actores internacionales. Se insistió también en que el escenario electoral que ayudaría a Venezuela sería presidencial, y no solo parlamentario.

Con Capriles, que activó una organización electoral para participar si se logran mejorar las condiciones, conversaron sobre la importancia de que las elecciones finalmente tengan una participación relevante de la oposición para que un próximo Poder Legislativo sea tomado en serio por Europa.

Esta noche estaba pautada una reunión con la sociedad civil organizada, particularmente con organizaciones que han documentado las violaciones de derechos humanos, registradas en los informes de la alta comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet.

Ahora la respuesta está del lado del régimen, que controla a la autoridad electoral y los tribunales, instituciones que tendrían que formalizar cualquier cambio. Hasta ahora, el Gobierno se ha mostrado cerrado a modificar su ruta. «Llueve, truene o relampaguee habrá elecciones el 6 de diciembre», señaló Maduro en varias oportunidades. Fuentes aseguran a LA RAZÓN que durante los diálogos con la misión europea, representantes del chavismo enarbolaron las previsiones constitucionales que exigen cambiar a los diputados antes del 5 de enero, pero que algunos de ellos se mostraron abiertos a evaluar escenarios.

EE UU y Europa, en las antípodas

Los Veintisiete entienden, al menos según lo escuchado a los enviados a Caracas, que Maduro no quiere dar su brazo a torcer, pero tampoco desea romper los puentes con la UE. Además, las gestiones también forman parte de los movimientos del Grupo Internacional de Contacto, que incluye países latinoamericanos, que también ha llamado a lograr condiciones que permitan unas elecciones «transparentes, inclusivas, libres y justas».

Entretanto, Carrie Filipetti, subsecretaria adjunta para Cuba y Venezuela del Departamento de Estado, dejó clara la posición de la Casa Blanca: «Alguien que es responsable de crímenes contra la humanidad, que está constantemente oprimiendo a y asesinando a su pueblo, que persigue a sus oponentes, no puede supervisar ninguna elección», declaró el jueves en una conversación del Centro para América Latina del “think tank” Atlantic Council, donde también participó Juan Guaidó.

Para Washington, hay una condición fundamental: “Nicolás Maduro necesita dejar el poder para que haya posibilidad de una elección libre en Venezuela”, ratificó Filipetti, al afirmar que “me preocupa que la comunidad internacional esté tan enfocada en la elección legislativa, si debe posponerse o no... posponerla no es la solución (...) Esperamos que este mensaje sea lo suficientemente claro para la comunidad internacional y particularmente para el alto representante europeo Josep Borrell, que entiendan que esta no es gente que vaya a realizar elecciones libres y justas. Son asesinos, son tiranos, son terroristas. No debemos negociar con ellos”.