Unión Europea

«Sprint» final para evitar un Brexit duro

Barnier comienza en Londres un maratón negociador con Reino Unido. A la espera de superar los escollos, los europeos aceptan redactar un borrador con los puntos donde ya hay acuerdo

El negociador europeo para el Brexit, Michel Barnier, este jueves en Londres
El negociador europeo para el Brexit, Michel Barnier, este jueves en LondresDPA vía Europa PressDPA vía Europa Press

Con una llamativa mascarilla color azul con estrellas amarillas al más puro estilo de la bandera de la UE, el negociador comunitario, Michael Barnier, llegó ayer a la estación de tren de San Pancras para reanudar las negociaciones comerciales con las que se quiere evitar el escenario del Brexit económico en diciembre, cuando Reino Unido saldrá ya a efectos prácticos del bloque.

Era la primera vez que el francés ponía un pie en Londres desde septiembre. «Cada día cuenta y tenemos una enorme, enorme responsabilidad común», señaló a los periodistas que aguardaban su llegada. Si bien es cierto que las conversaciones nunca se habían dado por finalizadas, en las últimas semanas habían entrado en un punto muerto.

Es más, después de que Bruselas no cediera en su postura en la cumbre europea de la semana pasada, Boris Johnson llegó a decir a los empresarios que debían prepararse para una salida del bloque «a la australiana», lo que supone cuotas y aranceles. La situación llegó hasta tal punto de tensión que Downing Street canceló el viaje de Barnier del lunes.

Sin embargo, después de que el francés recalcara que ambas partes deben hacer compromisos, las aguas han vuelto a su cauce y ambas partes estarán ahora con reuniones hasta el domingo.

En cualquier caso, es importante recalcar que se han acercado posturas en el continente, pero no en el contenido. Es decir, el diálogo se intensificará y, tal y como demandaba Londres, se comenzará a redactar un texto con los puntos en los que sí se hay entendimiento. Pero en cuestión de la materia en sí, continúan las tres cuestiones que básicamente desde el inicio han imposibilitado ningún avance: pesca, ayudas estatales y gobernanza.

En este sentido, ambas partes siguen recalcando que el escenario de un Brexit duro es posible, ya que «nada estará acordado, hasta que todo esté acordado». Aunque tampoco es que les sobre el tiempo. El período de transición termina en diciembre, pero cualquier texto debe ser traducido y aprobado antes, tanto en Westminster como la Eurocámara.

El escollo irlandés

Ni Londres ni Bruselas están dispuesto a traspasar sus líneas rojas y con el imprevisible Johnson en Downing Street no puede descartarse ningún escenario hasta el último momento. De hecho, el Gobierno británico no ha quitado las polémicas cláusulas del proyecto de Ley de Mercado Interno que se tramita en Westminster y con el que ahora amenaza violar el Protocolo de Irlanda del Acuerdo de Retirada firmado el año pasado, si finalmente no hay pacto comercial con la UE.

Evitar una frontera dura entre Irlanda e Irlanda del Norte fue el principal escollo de las negociaciones de divorcio. Las áreas principales de dicho protocolo que quedaron pendientes de definir en el Comité Conjunto de implementación son tres. Primero, la definición de «bienes en riesgo», es decir, los productos que cruzan el mar de Irlanda desde Gran Bretaña a Irlanda del Norte, pero se considera que están en riesgo de entrar en la UE y, por lo tanto, tienen que cumplir con el proceso aduanero comunitario. Segundo, cómo funcionaría en la práctica el «acceso sin restricciones» para bienes desde Irlanda del Norte a Gran Bretaña. Tercero, cómo se ejecutaría el compromiso de que las normas de ayuda estatal de la UE se aplicarían en el Ulster.

Si no se consiguiera un acuerdo comercial, todas las mercancías que van de Gran Bretaña a Irlanda del Norte se considerarían «en riesgo», y por tanto, estarían potencialmente sujetas a aranceles de la UE. Los exportadores de Irlanda del Norte tendrían que cumplir con engorrosos procedimientos aduaneros al enviar mercancías a Gran Bretaña. Y en este contexto, Londres defiende que existe el riesgo de una confusión legal sobre si potenciales ayudas estatales del Gobierno británico a empresas de Gran Bretaña tendrían que cumplir las normas de la UE.

Esto separaría a Irlanda del Norte financieramente y mediante barreras físicas, representando una posible amenaza para el proceso de paz del Ulster. Los unionistas han dejado claro que la expulsión de Irlanda del Norte del territorio de Reino Unido sería inaceptable.

En este sentido, Johnson insiste en que, “como Gobierno responsable”, debe actuar para tener “una red de seguridad”. Por lo tanto, actualmente está tramitando en Westminster un proyecto de Ley de Mercado Interno “para crear los poderes que permitan no aplicar el concepto comunitario de efecto directo como establece el artículo 4 del Acuerdo de Retirada en unas circunstancias determinadas y muy limitadas”.