Elecciones en EEUU 2020

Trump se queda solo en su ofensiva legal

El presidente republicano pone en marcha una batalla legal por el recuento en contra del criterio de parte de su partido

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se ha tomado este fin de semana para practicar su deporte favorito y parece estar dispuesto a llegar todo lo lejos que sea necesario con tal de no darse por vencido
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se ha tomado este fin de semana para practicar su deporte favorito y parece estar dispuesto a llegar todo lo lejos que sea necesario con tal de no darse por vencidoSteve HelberAP

Fiel a su estilo, Donald Trump se empeñaba en seguir proclamando su victoria, negándose a aceptar la derrota electoral. Sus únicas palabras, después de confirmarse los resultados, fueron a través de su cuenta de Twitter para insistir, una vez más, en haber «ganado las elecciones por mucho», resaltando también haber alcanzado «71 millones de votos legales, lo máximo por un presidente en funciones». Pero lo cierto es que el demócrata Joe Biden, con más de 74 millones de votos, se ha convertido en el presidente electo que ha conseguido mayor apoyo en las urnas en toda la historia de Estados Unidos. Aunque, con un récord de participación del 67% del electorado, los 71 millones de estadounidenses que han votado por Trump suponen el segundo mejor resultado nunca antes registrado en unos comicios presidenciales. Así, el mapa electoral divide completamente al país en dos, avalando la indignación y el berrinche del magnate, que está acostumbrado a salirse con la suya. Sus seguidores, algunos de ellos armados, salieron a las calles durante la frenética votación en respuesta a la llamada de su presidente, que insistía en detener el recuento de votos bajo la acusación de fraude.

Los resultados del recuento final en el Estado decisivo de Pensilvania tumbaban la única esperanza de Trump de permanecer en la Casa Blanca. Y la confirmación de la victoria del demócrata convertía a Trump en el sexto presidente estadounidense en perder la reelección y el primero en los últimos 40 años, desde que George Bush (padre) perdiera las elecciones del año 1992 contra su oponente, Bill Clinton, y con ellas, sus aspiraciones de alcanzar un segundo mandato en la residencia presidencial. Precisamente su hijo y ex presidente de Estados Unidos, George W. Bush hijo, felicitaba a Joe Biden tras conocerse su victoria, sumando así su simbólico apoyo al resto de líderes internacionales que horas antes habían trasladado su felicitación a los miembros del Partido Demócrata. Pero a Trump no le gusta perder y parece estar dispuesto a llegar todo lo lejos que sea necesario con tal de no darse por vencido. «¡Los procedimientos legales apenas comienzan!», amenazaba en Twitter. Su intención de emprender las acciones judiciales oportunas sigue tan presente como su destacada ausencia, habiéndose pronunciado hasta el momento tan sólo en las redes sociales. «Esperamos que esto se corrija en la Corte Suprema de los Estados Unidos», añadía el todavía presidente estadounidense, quien se habría tomado el fin de semana para reflexionar sobre los próximos pasos y sondear los apoyos entre sus filas. Según fuentes cercanas al magnate neoyorquino, a partir de este mismo lunes Donald Trump pondría en marcha los mecanismos legales necesarios para demostrar que se ha producido fraude en el recuento de los votos. Ya lo adelantaba su equipo de campaña en un comunicado este fin de semana: «La elección está lejos de haber terminado». Algunos de esos intentos han sido en balde, pero el equipo de Trump intentará que se realice recuento de votos en, al menos, cinco de los Estados del país. Recuento que está permitido por la ley en el caso de que los resultados sean ajustados.

De manera paralela, el presidente republicano planea poner en marcha una batalla jurídica en la Corte Suprema, de mayoría conservadora, que le permita ganar tiempo, alegando que hubo fraude en el proceso y que se violaron las normales electorales. Hasta ahora no se ha presentado ninguna prueba que avale esa teoría, infundada desde hace ya varios meses, y puesta en marcha tan sólo en aquellos Estados donde el presidente Donald Trump perdía terreno ante su contrincante Joe Biden, y el conteo de votos lo acabó posicionando por detrás del demócrata.

Si el proceso judicial continúa adelante, la polémica estará servida durante las próximas semanas. Y es que la decisión de un juez estatal amplió el plazo de votación a tres días para subsanar el colapso que se produjo en el correo postal por la participación masiva de votos emitidos por correo en pleno brote de covid-19, por lo que esos votos de miles de estadounidenses, que podrían quedar descartados, son legítimos. De haber sabido que se descartarían, los votantes hubieran buscado otras opciones para participar. Además, la diferencia de las papeletas que llegaron con posterioridad a la noche electoral y que tienen el sello oficial dentro del plazo permitido, anterior al cierre de las urnas, es inferior a la ventaja obtenida por Joe Biden frente a Trump. Por lo que los demócratas tampoco habrían necesitado esos supuestos votos «fraudulentos», según Trump, para ganar a su rival.

La familia del magnate también parece estar dividida en el empeño de Trump por aferrarse al poder. Mientas la primera dama, Melania Trump, intenta convencer a su marido de aceptar la derrota, dos de sus hijos, Donald Jr. y Eric, han criticado la falta de respaldo del resto de miembros del Partido Republicano. Lo cierto es que los aliados más cercanos al líder conservador empiezan a tomar distancia, e incluso algunos pesos pesados del Partido se han desmarcado de manera contundente del presidente.

Miembros de primera línea política de su partido han roto su silencio para desmarcarse de Trump y de sus esfuerzos por mantenerse en el poder. «Si el presidente pierde, pues pierde. Nunca podemos olvidar que aquí se gana con votos, no con balas», dijo contundente Mike Huckabee, ultraconservador y ex gobernador de Kansas. También el senador por Florida, Marco Rubio; el ex gobernador de Florida, Jeb Bush; el ex candidato a la presidencia en 2012, Mitt Romney; y su antiguo asesor y ex gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, quien dijo estar «completamente en desacuerdo» con él.

Entre la celebración de la resaca electoral y la esperanza de un nuevo rumbo hacia la unidad de la nación, los estadounidenses salían en masa a las calles de las principales ciudades del país.

Aunque ahora la preocupación nacional se desvía hacia la amenaza de terrorismo doméstico, teniendo en cuenta que en ciertas áreas del país Trump cuenta con el apoyo incondicional de fanáticos seguidores, que pertenecen a grupos radicales de violencia y que podrían pasar de las palabras a la acción con los recientes comentarios del presidente.

«Punto. Basta. No podemos minar nuestra integridad electoral con comentarios como éstos, que pueden incitar a la violencia», denunció el congresista republicano por Illinois, Adam Kinzinger. «Contemos votos, pero basta ya de decir tonterías, señor presidente. Respete el proceso democrático que hace tan grande a América», manifestó contundente el líder republicano de la Cámara Baja por Virginia, Denver Riggleman. También su cadena aliada, Fox News, empieza a desmarcarse y no da espacio al discurso antisistema del presidente tras el 3 de noviembre.