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Trump ya ha recaudado 170 millones de euros para 2024

Los últimos días del mandatario parecen el inicio de su futura campaña. Insiste en promesas como la retirada de tropas y en lograr que el Senado continúe en manos conservadoras

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Donald Trump medita presentarse a la Casa Blanca en 2024. Su ambición rebosa dinero. Más de 170 millones de dólares recaudados desde el 3 de noviembre, y desde luego ambiciones. Cuenta con la apostólica devoción de millones de seguidores.

Además, la campaña para revertir los resultados de 2020, organizada entorno a un presunto fraude, tiene los días marcados después de los últimos reveses judiciales. De 66 demandas presentadas en ocho estados el equipo de la campaña electoral ha perdido 46 y ha ganado una. Restan 23 casos activos. Pero los precedentes no invitan a albergar demasiadas esperanzas. Por ejemplo en Nevada, el juez James Russell, tumbó esta semana las demandas por presuntas irregularidades. Entiende que los abogados de Trump fueron incapaces de presentar ninguna prueba; nada más que especulaciones y teorías de la conspiración levantadas en el aire y testimonios, desde luego insuficientes para atender a la petición de borrar más de un millón de papeletas y ni siquiera suficiente para enjuagar la distancia que separó al vencedor Joe Biden de su rival.

Por mucho que Rudy Giuliani, abogado personal de Trump, defienda en los platós que lo mejor está por llegar lo cierto es que el presidente incluso baraja el despido del fiscal general, William Barr, que esta semana, en una entrevista a AP, dijo que el departamento de Justicia de Estados Unidos no ha encontrado «fraude en una escala que hubiera podido provocar un resultado diferente en las elecciones». Unas declaraciones que han convertido la batalla por 2020 en una aspiración casi utópica.

De modo que 2024 parece una apuesta más realista.

En el caso de armar su regreso Trump sería uno de los pocos presidentes en la historia que habría regresado después de una derrota. Si ganara también se convertiría en el presidente más viejo en acceder al cargo, superando por varios meses a Joe Biden y reeditando su propia marca de 2016.

A favor de su vuelta puntúan los más de 74 millones cosechados. Una cifra colosal. Que sólo palidece ante los más de 81 millones de Biden, la mayor cantidad de papeletas jamás obtenida. Con ese músculo electoral Trump, que enfila estos días la senda de la campaña en Georgia, donde el 5 de enero serán puestos en juego los dos escaños al Senado que decidirán la mayoría en el legislativo, aspira a mantenerse en el centro de la pista.

Ningún contendiente, ningún aspirante al cetro, nadie, ni los republicanos más próximos ni los enemigos, osará contestar al rey. Incluso aunque al final no presente candidatura los próximos cuatro años pueden ser los de la incertidumbre y el miedo. Vacilaciones porque Trump bien puede jugar a no mostrar sus cartas, tontear con repetir y aprovechar el tirón publicitario, y la inmunidad en redes sociales, que proporciona mantenerse bajo el foco de la actualidad política; temor porque los seguidores del presidente, mucho más que los de Biden, y por supuesto que los de cualquier pretendiente republicano, han demostrado un entusiasmo que desaconseja molestar a su ídolo.

Trump, entre tanto, apura sus últimos días en el Despacho Oval ordenando la retirada de Somalia de los últimos 700 soldados estadounidenses presentes en el país. Las tropas, encargadas de ayudar al Gobierno para luchar contra los extremistas islámicos. La medida está en sintonía con los planes anunciados para Afganistán e Irak, donde la Casa Blanca espera no dejar más de 2.500 efectivos, y que han suscitado las críticas, más o menos frontales, de líderes republicanos como Mitch McConnell y Lindsey Graham. El primero dijo que «la violencia que afecta a los afganos sigue siendo desenfrenada» y advirtió de que «los talibanes no están cumpliendo con las condiciones del llamado acuerdo de paz»; el segundo comentó que la presencia de EE UU en Afganistán «póliza de seguro contra otro 11-S». McConnell, por su lado, teme que una retirada demasiado brusca perjudique a los aliados de Estados Unidos al tiempo que anime a sus enemigos. Pero siendo como son dos de los pesos pesados indiscutibles del partido ni siquiera ellos irán más allá en sus críticas. Trump suena para 2024 y el que se mueva a lo peor desaparece de las fotos.