La UE y Reino Unido
Hace exactamente un año, Boris Johnson apelaba a los votantes para las elecciones generales del Reino Unido con el siguiente mensaje: “Es nuestra oportunidad de poner fin a la incertidumbre para que la gente pueda seguir con sus vidas. Imagínense lo maravilloso que será sentarse a cenar pavo esta Navidad con el Brexit decidido”.
El electorado le otorgó en 2019 una victoria para el Partido Conservador no vista desde los tiempos de Thatcher. Pero apenas quedan ahora 17 días para que los británicos abandonen ya a efectos prácticos la UE. Y hay más incertidumbre que nunca porque Londres y Bruselas siguen sin cerrar un convenio que evite cuotas y aranceles.
Tras la cena del pasado miércoles, Johnson y la presidenta de la comisión europea, Ursula von der Leyen, acordaron que el domingo se tendrían que decidir si merecía la pena seguir sentado a la mesa de negociaciones. Pero ayer nadie esperaba ni portazo ni fumata blanca.
Se cumplieron las previsiones y los protagonistas se limitaron a emitir un comunicado conjunto de apenas unas líneas donde ambas partes recalcaban que “pesar del agotamiento tras casi un año de negociaciones, a pesar del hecho de que los plazos se han incumplido una y otra vez”, creen que “en este momento es responsable hacer un esfuerzo adicional”.
Escollos, ¿insalvables?
El líder tory insistió luego en declaraciones a la BBC que “aún están muy lejos en asuntos clave”, pero recalcó que su Gobierno “no se retirará de las conversaciones” con los Veintisiete, porque “un pacto es todavía posible” si Bruselas lo desea.
En cualquier caso, conminó a los ciudadanos y a las empresas del Reino Unido a prepararse para cualquier desenlace, ya que no descarta abandonar el bloque el próximo 31 de diciembre para relacionarse con los Veintisiete únicamente bajo las normas genéricas de la Organización Mundial del Comercio. “Pase lo que pase, al Reino Unido le irá muy muy bien”, afirmó.
Sobre el tono quizás más optimista percibido en la declaración pública de Von der Leyen, el “premier” recalcó “si Ursula está optimista, me parece genial, pero por lo que yo veo todavía hay asuntos muy difíciles que separan al Reino Unido y la UE”. “El Reino Unido debe seguir intentándolo, es lo que la gente de este país querría y lo hará con creatividad y con el corazón, pero no hará concesiones en su voluntad de controlar las leyes y las pesca”, advirtió.
Merkel y Macron, no le cogen el teléfono
Una vez más se ofreció a mantener reuniones bilaterales con el presidente francés Emmanuel Macron y la Canciller alemana Angela Merkel. Pero Bruselas no está por la labor. Las reglas siempre fueron que Londres tendría que negociar con los Veintisiete en su conjunto, nada de encuentros por separado.
Es difícil imaginar cómo Londres podría acabar dando portazo a un mercado al que destina el 47% de sus exportaciones (frente al 7% que van en sentido opuesto). Resulta complejo entender cómo se pueden tomar tantos riesgos cuando el país está ya en recesión y terminará el año con el mayor agujero presupuestario en tiempos de paz por una pandemia global que ha dejado en suelo británico más muertos que en toda Europa (más de 60.000).
Táctica o estrategia
Pero con el Brexit es todo política. Y, en este sentido, Johnson podría acabar cumpliendo el órdago y presentarse en casa como el gran héroe que defendió al país de la “intransigencia” de la UE. No sería la primera vez que le compran un eslogan sin necesidad de que sea cierto. Al fin y al cabo, durante la campaña previa al referéndum de 2016, el excéntrico político ya prometió que cerrar un acuerdo con la UE sería algo sencillo.
Aunque en pesca y gobernanza se habrían realizado en las últimas horas pequeños avances, el principal obstáculo para conseguir ahora cerrar un pacto sería un texto legal de la UE, donde se especifica que si cambia sus regulaciones en un futuro y Londres se niega a seguir su ejemplo, los Veintisiete puede imponer de manera inmediata aranceles al Reino Unido.
Downing Street entiende que si quiere tener acceso al mercado único tiene que seguir ciertas normas. Sin embargo, lo que plantea, según los medios, es una ruta de escape para que, si quiere divergir, tanto Londres como Bruselas puedan acordar un “mecanismo de revisión” rápido para establecer tarifas que cada una impondría a la otra parte.
Fundamentalmente, el Reino Unido quiere que las represalias se limiten al área en disputa y que se impongan aranceles solo cuando la UE pueda demostrar que la divergencia de Londres causa un daño real al mercado único.
Por otra parte, Londres quiere también establecer un sistema en el que tenga derecho a ignorar de alguna manera la regulación comunitaria si Bruselas toma medidas punitivas que, a su juicio, no estén justificadas. Pero el bloque no parece estar por la labor de escuchar estas propuestas.
Un ministro del Gabinete, que antes del fin de semana pensaba que había un 80% de posibilidades de un acuerdo, ahora cree que está más cerca del 30%. Por su parte, Rebecca Ellis, la sherpa del primer ministro en la UE, pone las posibilidades en un 20%.