Nicolás Maduro

¿Maduro sigue en jaque?

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Es probable que el régimen de Nicolás Maduro se encuentre descolocado por la ausencia de cambio en la política exterior del gobierno norteamericano y de la Unión Europea hacia Venezuela. Con la llegada de Joe Biden, el chavismo esperaba un nuevo proceso de «diálogo», una flexibilización de las sanciones y un reacomodo del tablero geopolítico de cara al régimen.

A juzgar por las recientes declaraciones de Juan González, consejero de temas de América Latina en la administración Biden, la política de presión sobre Maduro y desde las instituciones políticas norteamericanas continuará. Una de las pocas diferencias con Trump sería el descarte, a priori, de una opción de fuerza para remover del poder a Maduro, estrategia que con el tiempo se comprobó que respondía más a una estrategia electoral por parte del magnate expresidente.

Adicionalmente, la Unión Europea que históricamente ha sido más condescendiente con la posibilidad de dialogar con Maduro, ha emitido nuevas sanciones para aquellos que han avalado, entre otras cosas, la farsa electoral del 6 de diciembre pasado. Esta nueva medida también es un toque de atención para el chavismo, confirmando que tal y como están las condiciones electorales en la actualidad, ir a un nuevo proceso de sufragio resulta inviable. Con esta acción tan determinante, se estaría despejando la duda sobre un hipotético ablandamiento por parte de Europa hacia el régimen chavista.

Por su parte, Juan Guaidó, afirmaba días atrás: «El mismo que rogaba por reunión con Administración Biden (Jorge Rodríguez, actual presidente del poder legislativo ilegítimo), hoy llora por jornada de trabajo entre delegación del Gobierno interino, las fuerzas democráticas y los EEUU. Seguiremos con más reuniones con UE, Grupo de Lima y todos los aliados de la democracia para solucionar la crisis». En otras palabras, ambos frentes, Estados Unidos y Europa, parecen decididos a seguir intentando poner en jaque a Maduro, ratificando las sanciones y endureciendo una política de presión que le obligue a aceptar condiciones para una elección presidencial justa y transparente.

Considerando la naturaleza del régimen de Maduro, queda claro que las sanciones y la presión internacional nunca serán suficiente para que un gobierno ilegítimo pero que sigue mandando, abandone con facilidad el poder. De hecho, este tipo de sistemas subsisten en ocasiones por las políticas de presión foráneas, cuando estas no están acompañadas de una estrategia interna. Por un lado, legitima su discurso populista en contra de poderes extranjeros, y por otro, culpa a otros de sus errores y sus políticas fracasadas.

En este sentido, o esas políticas de apoyo para reconquistar la democracia se asumen a lo interno de la oposición como colaboración y estímulo para la unidad, o las decisiones de los Estados Unidos y Europa en contra de Maduro seguirán alimentando el mito de «la revolución sometida y apabullada por potencias extranjeras». Finalmente, el pueblo venezolano seguirá padeciendo la pesadilla del socialismo del s. XXI. Ante esta nueva presión internacional, la alternativa democrática tiene la estafeta.