Energía

Polonia, un país adicto al carbón

Produce el 90% del carbón de hulla y antracita que se consume en Europa. El Estado mantendrá los subsidios a la poderosa industria de la minería hasta su cierre en 2049

Mineros polacos en la región de Silesia
Mineros polacos en la región de SilesiaCZAREK SOKOLOWSKIAgencia AP

Las pocas horas de luz en invierno, esta vez acompañadas de los rayos de sol que salen a media mañana, engañan a los que se atreven a quitarse el abrigo por un momento para luego volver a él rápidamente. El termómetro de la parada de autobús marca cinco grados y ya la bruma propia en un día de frío empieza a bajar. En un parque de Rybnik, en la región de la Silesia, al suroeste de Polonia, un grupo de niños corren detrás de un balón equipados con gorro, abrigo, botas, guantes y mascarilla; quienes llevan gafas y los cristales empañados son el blanco perfecto de sus compañeros.

La mascarilla no parece incomodarlos. “Están acostumbrados, la usan desde pequeños porque la contaminación que viene del carbón que se quema en las chimeneas en la temporada de frío es muy alta”, comenta una madre. Dos de los niños que juegan en el parque formaron parte de un estudio a cargo de Tim Nawrot, epidemiólogo y profesor en la universidad de Hasselt, en Bélgica. Su investigación, realizada en una muestra de 52 niños polacos y belgas, con las mismas edades y sexo, concluye que la cantidad de carbono negro encontrado en la orina de los menores de Rybnik es 5,2 veces superior a la de sus contrapartes belgas.

El carbono negro proviene de la combustión incompleta de combustibles que tienen carbono en su estructura química como pueden ser el carbón, el petróleo, el gas y la leña. Este nombre se utiliza para describir las partículas que forman parte del polvo PM10 y PM2,5 suspendido y que forman el smog.

El aire de Rybnik no parece, a simple vista, diferente al de cualquier otra ciudad. Hay personas que han permanecido aquí toda su vida y no han desarrollado ningún tipo de patología, es la principal premisa de políticos de la zona de la Silesia que han visto cómo la prosperidad venía con las minas.

Durante la presentación de la investigación, Nawrot asegura sentirse preocupado por el alto nivel de carbono negro encontrado en el estudio: “Puede que algunas personas nunca presenten enfermedades debido a la exposición continúa a este aire, pero otras muchas si lo harán y la contaminación es la culpable”.

Monika Glosowitz, miembro del Consejo de Mujeres de Rybnik, comparte su inquietud por los resultados del estudio y por las enfermedades a las que podrían estar expuestos los menores. “Estoy preparada para quedarme en casa durante todo el invierno, pero no es suficiente. Las partículas más pequeñas pasan por las ventanas cerradas, podemos olerlas” asegura, mientras ajusta la mascarilla de uno de sus dos hijos en la plaza de la ciudad. “Es frustrante ver cómo los políticos no hacen nada para cambiar esta situación. La única solución es mudarnos, pero no quiero abandonar mi hogar sin luchar antes”, comenta emocionada.

El pasado enero la Organización Mundial de la Salud publicó un informe en el que señalaba que el 90% de los niños del mundo están respirando aire contaminado. En el continente europeo, un estudio publicado por GreenMatch concluyó que Polonia es el segundo país con los niveles más altos de contaminación, solo por detrás de Turquía. “Los polvos en suspensión se detectan en la sangre un minuto después de la inhalación, luego van al hígado y a la orina. Si el cuerpo se expone al carbono negro durante mucho tiempo, el trabajo de la mayoría de los órganos se ve perturbado”, asegura el investigador.

“También vimos diferencias en las partículas que encontramos. Las de los niños de Bélgica eran mucho más pequeñas, mientras que las encontradas en Rybnik tenían una forma más alargada, lo que quiere decir que posiblemente estas partículas se unieron y la cantidad es en realidad el doble de lo cuantificado”, explica Nawrot.

La contaminación del aire es responsable de 4,2 millones de muertes prematuras cada año a nivel mundial. Se estima que 500.000 personas mueren precozmente cada año en Europa debido a la polución, 42.000 de ellas en Polonia. Tres de las cuatro ciudades más contaminadas de Europa son polacas, Rybnik está en el cuarto puesto. Los compuestos del carbón constituyeron en Polonia el año pasado entre el 20-40 por ciento de las PM10 y entre el 25-50 por ciento de la masa de PM2,5.

En Chwalowice, a pocos kilómetros del centro de Rybnik, está una de las minas más rentables del Grupo Minero Polaco (PGG). Con el paso de los años y de manera natural y fluida se ha creado una pequeña ciudad alrededor de la mina: casas, restaurantes, supermercados, farmacias, colegios y hasta un centro cultural.

La zona está altamente poblada por mineros y sus familias. Polonia produce actualmente el 90% del Carbón de Hulla y Antracita que se consume en Europa. La extracción nacional de carbón aporta el 74% de la producción de energía del país. Un método de extracción obsoleto y el impulso de la Unión Europea por combustibles más ecológicos hacen que el carbón, y sobre todo mantener las subvenciones estatales, sea insostenible. El esquema de comercio de emisiones de la UE que obliga a las empresas a pagar por el dióxido de carbono que liberan a la atmósfera ha persuadido a las empresas manufactureras de su uso; en su lugar, están importando combustible más barato de países como Rusia.

Sindicatos muy poderosos

Desde Bruselas presionan a Polonia y a unos líderes políticos que siempre han evitado un enfrentamiento directo con el poderoso sindicato minero. La federación de estos ha supuesto durante décadas una gran influencia en la agenda del gobierno. Sus líderes gozan de una gran reputación entre los trabajadores, el 98% de los mineros están sindicados. Durante los últimos cinco años a cada intento de reducir la producción del mineral, la respuesta de los mineros se trasladaba a las calles con protestas multitudinarias, algunas de ellas violentas. Las minas dan trabajo actualmente a 90.000 personas en todo el país, sin incluir los empleos derivados de estas.

El 25 de septiembre del pasado año los sindicatos y gobierno llegaron a un acuerdo histórico. El estado mantendrá los subsidios en las minas hasta su cierre en 2049, y así cumplir con el Pacto Verde Europeo en 2050. No habrá despidos y las jubilaciones seguirán su curso. Las últimas minas en cerrar serán las de Chwalowice y Jankowice en la ciudad de Rybnik, consideradas la más eficientes. Aunque el acuerdo pueda ser modificado al acercarse la fecha de clausura, es la primera vez que los líderes sindicales nacionales firman un documento en el que aceptan que la industria del carbón está abocada al cierre.

De esta manera, Polonia se enfrenta a la necesidad de transformar la economía que hasta ahora sostenía el carbón. Las alternativas energéticas vienen del norte del país, donde se prevé extender los parques eólicos en el Mar Báltico para 2040, junto con la creación de granjas solares. La estrategia también contempla el desarrollo de la energía nuclear, la primera planta podría empezar a funcionar en 2033. El gobierno calcula que el desarrollo de la energía renovables y nuclear podrá crear 300.000 puestos de trabajo.

Un reto aún mayor es dar trabajo a los empleados de las minas a través de la transformación de las regiones históricas del carbón. La Comisión Europea apuntó en un estudio de caso en 2018 cómo en Nitra, Eslovaquia, áreas como el turismo habían repuntado en detrimento de la minería. El reto de Polonia, como noveno productor mundial de carbón, es mucho más complejo.

El país deberá enfrentarse a una metamorfosis económica y social que va desde el nivel básico de subvenciones para los antiguos mineros, hasta un paquete de inversiones a nivel local que contemplen la apertura de universidades y centros de formación profesional y la reinvención laboral en un nivel básico donde enseñarles desde crear un curriculum a ayudarlos a preparar entrevistas de trabajo. “Hay a quienes reciclarse les resulta abrumador, a ellos también hay que ayudarlos a encontrar un nuevo camino”, asegura Monika Glosowitz.