Negociaciones

“Acuerdo de Salvación Nacional”, la alternativa a la agenda de la dictadura de Maduro

varios países se han comprometido a acompañar un proceso de negociación con miras a lograr una solución integral para resolver la crisis y rescatar la democracia en Venezuela

José Ignacio Guédez Yepez

A petición del Gobierno interino de Venezuela que encabeza el presidente Juan Guaidó, varios países se han comprometido a acompañar un proceso de negociación con la dictadura de Nicolás Maduro, con miras a lograr una solución integral para resolver la crisis y rescatar la democracia, a través de un cronograma electoral que incluya elecciones presidenciales libres. La Unión Europea, Estados Unidos y Canadá, ya suscribieron una declaración conjunta en este sentido, al tiempo que países de otras regiones podrían acompañar el proceso.

El solo involucramiento de la comunidad internacional es de por sí un logro, y quizá la única razón para llevar a cabo este nuevo intento, ya que es ella la que puede servir de garante en caso de que se alcance algún acuerdo, pero también es quien podrá ejecutar las consecuencias propias de una eventual (y probable) negativa del régimen de Nicolás Maduro a permitir la ansiada y necesaria transición. En todo caso, la situación humanitaria y la realidad política avalan la pertinencia de este esfuerzo diplomático.

Pero además, este «Acuerdo de Salvación Nacional» se presenta como alternativa a la agenda de la dictadura de Maduro, que no es otra que dividir a la oposición con unas elecciones regionales que por sí solas y sin garantías no resuelven absolutamente nada, como se evidencia ahora en Nicaragua donde se aplicó la misma fórmula hace dos años. En Nicaragua los pocos alcaldes que ganaron se tuvieron que exiliar o convertir en funcionarios «rehenes», que en ningún caso pueden ahora impedir queDaniel Ortega suba su colección de presos políticos, con el fin de reelegirse fraudulentamente para un cuarto período consecutivo. En estos regímenes no existe Estado de Derecho ni mucho menos descentralización, por lo que ningún alcalde o gobernador está en capacidad de resolver ningún problema real a la población y mucho menos de limitar el poder del tirano.

Por eso debe mantenerse la lucha dentro de un contexto nacional e internacional que permita conseguir una solución verdadera, que al menos Occidente debe seguir exigiendo tanto en Venezuela como en Nicaragua, a menos que decidan desahuciar a esos pueblos como hicieron en Cuba. Hay todavía quienes apoyan la constituyente en la democracia chilena o la lucha violenta de «cancelación» en la democracia colombiana, pero sólo piden elecciones regionales sin garantías para las tiranías de Nicaragua y Venezuela, donde se confiscó hace tiempo el derecho a cambiar y se violan sistemáticamente los derechos humanos.