Opinión

El chavismo mexicano

Lo de enjuiciar a los presidentes es solo la excusa para crear un precedente que permita a López Obrador cambiar la Constitución

MEX01. CIUDAD DE MÉXICO (MÉXICO), 01/06/2021.- El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, habla durante una rueda de prensa el 21 de mayo de 2021, en el Palacio Nacional de Ciudad de México (México). López Obrador se ha convertido en protagonista de las elecciones intermedias del 6 de junio estableciendo agenda, hablando a diario de los comicios y presumiendo de una todavía robusta popularidad. Aunque no aparece su nombre en ninguna de las boletas, los comicios más grandes de la historia del país por número de cargos llevan la etiqueta "AMLO" a diestra y siniestra. EFE/ Sáshenka Gutiérrez
MEX01. CIUDAD DE MÉXICO (MÉXICO), 01/06/2021.- El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, habla durante una rueda de prensa el 21 de mayo de 2021, en el Palacio Nacional de Ciudad de México (México). López Obrador se ha convertido en protagonista de las elecciones intermedias del 6 de junio estableciendo agenda, hablando a diario de los comicios y presumiendo de una todavía robusta popularidad. Aunque no aparece su nombre en ninguna de las boletas, los comicios más grandes de la historia del país por número de cargos llevan la etiqueta "AMLO" a diestra y siniestra. EFE/ Sáshenka GutiérrezSashenka GutierrezAgencia EFE

La consulta popular propuesta en México por el presidente Andrés Manuel López Obrador para enjuiciar a sus predecesores en el cargo, es en el fondo profundamente antidemocrática. En primer lugar debemos recordar que esta práctica no es espontánea, sino parte del manual chavista que relanzó el «rousseaunismo» en América Latina bajo el formato de «democracia participativa», con el fin de someter a las instituciones del Estado y cambiar la Constitución para perpetuarse en el poder. Se empieza consultando sobre enjuiciar ex presidentes y se termina extendiendo el mandato indefinidamente.

Las democracias modernas se caracterizan por el respeto a los derechos de las minorías. En virtud de este principio, los Estados democráticos tienen constituciones que están por encima y al margen de la dinámica de mayorías y minorías siempre cambiante. Esta ley suprema limita el ejercicio de todo poder para que no se vuelva absoluto, y le otorga a los ciudadanos derechos fundamentales cuya vigencia no depende de los gobiernos de turno ni del arbitrio de la mayoría electoral. De hecho, cuando el pueblo elige un presidente, este no puede hacer lo que quiera sino que debe gobernar apegado a unas leyes que regulan sus actuaciones. En democracia hasta las mayorías tienen como límite la ley. Esta es quizá la mayor corrección de la democracia moderna con respecto a la antigua originada en Atenas, donde una votación popular condenó a muerte a Sócrates. Hoy en día hay separación de poderes y garantías al debido proceso que en teoría deberían impedir la «barrabasada» que pretende AMLO. Pero lo de enjuiciar a los ex presidentes es solo la excusa para crear un precedente que luego le permita cambiar la Constitución al margen del procedimiento regular en el Congreso, donde no cuenta con los votos suficientes. Ahora escoge un tema populista que se enmarca además en su estrategia de culpar al pasado de todos los males actuales, desde la conquista española hasta los últimos presidentes de la democracia que le permitió llegar al poder, colocándose él como refundador de la patria, en un «antes y después».

Recordemos que Hugo Chávez también llegó al poder en Venezuela para gobernar solo por cinco años y sin reelección según la Constitución vigente para entonces, la cual fue burlada luego plesbicitariamente como ya comienza a suceder en México. Por algo AMLO propuso declarar la tiranía castrista en Cuba como patrimonio de la humanidad. No faltará quien diga que se trata sólo de una lucha contra la corrupción, mientras piden también que liberen a Lula da Silva y lo dejen volver a la presidencia de Brasil.