The Economist
España presenta una economía de dos velocidades con alto desempleo
¿Ayudarán los fondos europeos a la zonas que los necesitan?
Ciudad compacta de 58.000 habitantes cerca de la puerta de entrada a Andalucía desde la meseta central de España, Linares ha sido sucesivamente un centro de minería de plomo, un centro ferroviario y el emplazamiento de una gran fábrica de jeeps Santana. Hoy en día es conocido por tener la tasa de paro más alta de España, con un 33%. La fábrica de Santana, con más de 2.000 puestos de trabajo en su apogeo, cerró en 2011. El Corte Inglés cerró en marzo y se encuentra en la plaza principal, carcomida como un diente podrido. “Llevo meses buscando trabajo”, dice Carlos Márquez, de 21 años, que perdió su trabajo antes de la pandemia vendiendo teléfonos móviles en un hipermercado. “No hay nada en Linares. Tendría que ir a otro lugar“.
La reputación del pueblo es exagerada, insiste Raúl Caro-Accino, el alcalde. Señala negocios de tecnología en polígonos industriales en las afueras, y más por venir. El desempleo está en línea con el resto del sur y oeste de España, insiste el alcalde. “Tenemos un problema de mano de obra no cualificada”, admite. Eso se aplica a gran parte del país.
España se ha destacado desde hace mucho tiempo en Europa por un alto desempleo crónico, especialmente entre los jóvenes, y por el alto porcentaje de trabajadores con contrato temporal (actualmente el 25% de todos los que tienen empleo). La recesión ocasionada por la crisis financiera de 2007-2009 hizo que millones de personas se unieran al desempleo, aunque fue seguida por una fuerte recuperación. Una vez más, la pandemia ha afectado más a la economía de España que a la de sus vecinos europeos, principalmente debido a su fuerte dependencia del turismo y las pequeñas empresas vulnerables. Ahora se está recuperando. Pero es probable que solo alrededor de la mitad de la cantidad de turistas extranjeros que visitaron en 2019 venga este verano.
Hay dos puntos brillantes. A diferencia de 2007-2009, el Gobierno ha estado brindando apoyo de emergencia: garantías de crédito para empresas y un esquema de permisos de vacaciones financiado por el Estado que en su punto máximo el año pasado pagó la mayor parte de los salarios de 3,4 millones de trabajadores. Solo 360.000 todavía necesitan esta ayuda; el resto ha vuelto a sus trabajos. “Esta es la primera recesión en la que el empleo y los ingresos fiscales han caído menos que el PIB”, dice Nadia Calviño, ministra de Economía.
El segundo impulso es que durante los próximos tres años España recibirá 70.000 millones de euros en subvenciones del programa de recuperación Next Generation de la UE, junto con una cantidad similar de préstamos blandos. Gran parte de esto se destinará a grandes proyectos destinados a crear una economía más ecológica y digital, como la de los coches eléctricos y una fábrica de baterías. Pero también habrá mucho dinero para reformar la Administración pública y la formación profesional, y para políticas activas del mercado laboral que ayuden a los desempleados a encontrar trabajo. Es una oportunidad incomparable para hacer frente al desempleo crónico de España.
La ayuda está ligada a reformas, especialmente del mercado laboral y las pensiones. Y en estos asuntos el Gobierno de coalición de izquierdas de Pedro Sánchez está dividido. La Comisión Europea reconoce que España necesita flexibilizar su mercado laboral y, al mismo tiempo, abordar el abuso de los contratos temporales. Pero Yolanda Díaz, la ministra de Trabajo elegida por Podemos, el socio menor de extrema izquierda de la coalición, quiere derogar una reforma de 2012 que introdujo cierta flexibilidad, dando prioridad a los acuerdos a nivel de empresa sobre los salarios sobre los de toda la industria y recortando las indemnizaciones, aunque a niveles que aún son generosos. Este compromiso está respaldado por los sindicatos y está en el acuerdo de coalición entre los socialistas de Sánchez y Podemos.
Díaz también quiere abolir los contratos temporales. “Estas propuestas conducirían al régimen de mercado laboral más restrictivo y rígido” de Europa, dice Marcel Jansen de FEDEA, un grupo de expertos. Corren el riesgo de destruir puestos de trabajo en lugar de crearlos.
Calviño, ex directora de Presupuesto de la Comisión Europea, dirige el ala reformista del Gobierno. Ella dice que España necesita un paquete de medidas que logre un equilibrio entre la flexibilidad y la restricción de los contratos temporales. Espera llegar a un acuerdo sobre estos para finales de este año en conversaciones con los sindicatos y las empresas. En una remodelación en julio, se convirtió en vicepresidenta primera. Dado que la UE puede cortar los fondos si no se aprueban reformas constructivas, es probable que prevalezca sobre Díaz, aunque no totalmente.
Los sindicatos también tienen influencia. Es una fortaleza de los socialistas que, a diferencia de otros partidos socialdemócratas, han conservado una base de clase trabajadora. “Es muy difícil para un gobierno con una mayoría débil acordar reformas que cumplan con la agenda europea”, señala Jansen.
La formación y la educación también necesitan una reorganización radical. Un tercio de los jóvenes españoles abandona la escuela sin ninguna titulación, mientras que solo una cuarta parte de los que abandonan la escuela acceden a la formación profesional, frente a la mitad en Alemania, señala Manuel Pérez-Sala, del Círculo de Empresarios. Gran parte de los 6.000 millones de euros anuales que España gasta en ayudar a las personas a encontrar trabajo se desperdicia. Bajo la presión europea, el Gobierno restableció recientemente una política de vincular la financiación de la formación a los resultados. Las nuevas leyes sobre educación y formación pueden ayudar, si se aplican plenamente.
Otra duda es sobre cómo se administra el dinero de la UE. La oposición se queja de que el control está centralizado en la Moncloa. Los Gobiernos regionales quieren su parte. “Creo que han entendido que se trata de un plan nacional coordinado”, dice Calviño.
Por lo general, España ha tardado mucho en gastar los Fondos Estructurales de la UE. En Linares, el alcalde se muestra escéptico. “Necesitamos una estructura administrativa más flexible”, dice. “La provincia está frustrada porque le prometieron cosas que no sucedieron”. Al final, la prueba de los esfuerzos de la UE se medirá no solo en una economía más verde, sino en si lugares como Linares tienen una mano de obra más productiva.
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