Geopolítica

Rusia se reorganiza para ganar influencia en Afganistán tras la espantada norteamericana

El Kremlin contacta con los talibanes para asegurar su embajada en Kabul y califica de “positivas” las primeras palabras de los talibanes

Oficiales talibanes arreglan la bandera antes de una rueda de prensa en Kabul
Oficiales talibanes arreglan la bandera antes de una rueda de prensa en KabulRahmat GulAgencia AP

Desde las ventanas del Kremlin miran con recelo los últimos acontecimientos ocurridos en Afganistán, un país que, hace décadas, empezó a escribir su historia reciente en los renglones trazados desde Moscú. A pesar de los movimientos llevados a cabo por otros países para clausurar embajadas y repatriar a sus ciudadanos, Rusia, de momento, se queda, según comunicó ayer su Ministerio de Asuntos Exteriores, afirmando que ha recibido garantías por parte de los máximos dirigentes talibanes de que el personal diplomático de su embajada en Kabul no correrá ningún tipo de peligro.

El ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, calificó ayer de «positivas» las palabras pronunciadas por los talibanes sobre su voluntad de «respetar» las opiniones distintas. Aunque el jefe de la diplomacia rusa aseguró que «no hay prisa» por reconocerlos.

Lavrov se pronunció en una línea similar a la del embajador ruso en Afganistán, Dmitri Zhirnov, que ya ha celebrado un encuentro con un grupo talibán perteneciente a los insurgentes estableciendo un contacto de trabajo que calificó de productivo. «No veo obstáculos para llegar a un entendimiento mutuo sobre todos los detalles», declaró el diplomático ruso a la emisora de Eco de Moscú.

Asimismo, el embajador informó de que los talibanes han garantizado una amnistía para todos los efectivos de las fuerzas de seguridad y los soldados afganos, confirmando los rumores que lo afirmaban desde la parte insurgente. Sin embargo, en caso de imprevistos, existe un «plan B» para el Kremlin, que se pondría en marcha en caso de un giro inesperado de los acontecimientos, explicó la Cancillería rusa. «Siempre tenemos un ‘plan B’ tanto en nuestra cabeza como en nuestro corazón. Pero nunca tenemos prisa por correr de un lado a otro. Ahora estamos trabajando de acuerdo con ‘el plan A’, si tomamos su terminología», respondió Zamir Kabulov, enviado especial del presidente ruso, director del segundo departamento de Asia del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia.

Explicó que «hasta cierto punto, la captura de Kabul por los talibanes fue una sorpresa» porque «éramos demasiado optimistas sobre el Ejército afgano entrenado por los estadounidenses». Al mismo tiempo, Kabulov notó una diferencia fundamental entre la retirada de las tropas soviéticas de Afganistán, después de la cual el Gobierno afgano resistió durante otros tres años, y los eventos de este domingo, cuando el régimen colapsó incluso antes de que el contingente estadounidense abandonara el país. A pesar de la inicial sintonía, Rusia no se apresurará en reconocer a las nuevas autoridades. «Nadie pretende darse prisa en este asunto. El reconocimiento o no dependerá del comportamiento de las nuevas autoridades [afganas]», dijo Kabúlov

La noticia de la retirada estadounidense de Afganistán y la llegada a la capital de los talibanes ha copado las cabeceras de los principales medios de comunicación rusos, muy críticos con el giro de timón llevado a cabo por el presidente Joe Biden. Según los analistas rusos, la medida tomada por Washington evidencia la debilidad de Estados Unidos, metido de lleno en una guerra encubierta que acaba de perder.

Por otro lado, la retirada de los americanos de Afganistán «constata que sus iniciativas de lucha contra las drogas, de hecho, resultaron un fracaso», según palabras del jefe del Departamento ruso para Nuevos Retos y Amenazas, Vladimir Tarabrin, citado por la agencia de noticias Sputnik. Según Tarabrin, a Afganistán le corresponde el 84% de la producción mundial de los opiáceos. Además, en los últimos años el país se convirtió en un gran laboratorio de producción de metanfetamina.

Tropas en Tayikistán

A primeros de mes, el Kremlin envió a miles de efectivos a la vecina Tayikistán para realizar unas maniobras militares que han dado paso a la permanencia de los efectivos trasladados que se han posicionado en la frontera que esta ex república soviética comparte con Afganistán.

El ya ex presidente de Afganistán Ashraf Ghani abandonó este pasado domingo el país poco después de la entrada de los talibanes en la capital, Kabul, culminando la gran ofensiva que les ha llevado a recuperar el control del país tras la retirada de las tropas internacionales lideradas por Estados Unidos. Tras su salida de Afganistán, se ha sabido que Ghani trató de recalar en Tayikistán, pero no se conoce con certeza si permanece en este Estado centroasiático aliado de Moscú o recaló en el sultanato de Omán.Varias fuentes han asegurado que las autoridades de Tayikistán le denegaron el aterrizaje en la República ex soviética. El destino final de Ghani sería Estados Unidos, aunque ese extremo tampoco está confirmado todavía.

Rusia, que reconoce al régimen talibán como una organización terrorista, sigue cauta los primeros pasos de estos al frente del nuevo Gobierno de Kabul, mientras ha iniciado el procedimiento para convocar una reunión extraordinaria del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, según confirmaron fuentes del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso.