Paz

Biden lima asperezas con Macron tras Aukus y la crisis de los submarinos

El presidente estadounidense y su homólogo francés se vieron las caras en la capital italiana por primera vez desde que estalló la tormenta política por el acuerdo

Binden pronunció una suerte de ‘mea culpa’ y reconoció que su administración fue “torpe” en la gestión de esta nueva alianza con Reino Unido y Australia
Binden pronunció una suerte de ‘mea culpa’ y reconoció que su administración fue “torpe” en la gestión de esta nueva alianza con Reino Unido y AustraliaEvan VucciAP

Francia y Estados Unidos firmaron ayer la pipa de la paz en Roma y renovaron su alianza tras la crisis diplomática desatada en septiembre por el acuerdo político entre Washington, Londres y Canberra, que supuso la cancelación de un millonario contrato firmado por París para dotar de submarinos nucleares a Australia.

El presidente de EE.UU, Joe Biden, y su homólogo francés, Emmanuel Macron, se vieron las caras en la capital italiana por primera vez desde que estalló la tormenta política, que llevó a Francia a llamar a consultas a su embajador en Washington, en protesta por el acuerdo suscrito por la administración Biden con Reino Unido y Australia (Aukus), para ayudar a Canberra a desarrollar submarinos de propulsión nuclear, un pacto que según París se hizo sin su conocimiento, y que provocó la pérdida de un contrato con la industria gala por valor de más de 60.000 millones de dólares.

“No tenemos ningún aliado más leal que Francia. Es un socio extremamente importante con quien compartimos muchos de nuestros valores”, declaró Biden frente a las cámaras, después de saludar a su anfitrión, que le recibió en la embajada francesa ante la Santa Sede en Roma, donde ambos aterrizaron unas horas antes para participar en la cumbre del G20 organizada bajo la presidencia de turno italiana, que este fin de semana reunirá a los jefes de Estado y de Gobierno, a los representantes de la UE y a los de los principales organismos económicos internacionales para debatir sobre la crisis climática y la recuperación económica tras la pandemia.

Biden pronunció una suerte de ‘mea culpa’ y reconoció que su administración fue “torpe” en la gestión de esta nueva alianza con Reino Unido y Australia. “No se hizo con mucha elegancia”. “Tenía la impresión de que Francia había sido informada mucho antes”, dijo el inquilino de la Casa Blanca ante Emmanuel Macron.

Los dos mandatarios subrayan la solidez de los lazos franco-estadounidenses, sometidos a una dura prueba después de la “traición” de EE.UU a su histórico socio europeo, y nuevamente restablecidos. Biden reconoció que París era un “aliado muy valioso”, y que era necesaria “una aclaración importante”. Macron, por su parte, destacó la necesidad de una “cooperación más fuerte” en el sector de la seguridad, especialmente en el Sahel y en la región indo-pacífica, para que en el futuro no se repitan episodios parecidos. “Hemos aclarado lo que teníamos que aclarar”.

El esperado encuentro bilateral llega después de la llamada telefónica que mantuvieron ambos presidentes el 22 de septiembre después del anuncio del Aukus. Los dos líderes, recordó el Elíseo, “acordaron entonces iniciar consultas de alto nivel para reconstruir la confianza y relanzar la relación franco-estadounidense sobre la base de objetivos comunes”. Durante la reunión, ambos líderes abordaron las relaciones entre la UE y EE.UU, en especial en cuestiones de seguridad y defensa.

Los dos mandatarios tendrán oportunidad este fin de semana de volver a trabajar codo con codo, ya que ambos participarán en la cumbre del G20 que arranca este sábado en Roma, y que certifica el regreso de EE.UU al multilateralismo, después de la salida de Donald Trump de la Casa Blanca.

La apretada agenda del presidente de EE.UU arrancó con una audiencia privada con el papa Francisco en el Vaticano, a la que siguieron varias visitas protocolarias con el presidente de la República italiana, Sergio Mattarella, y el primer ministro, Mario Draghi, anfitrión de la cumbre.

El ex presidente del BCE se estrena como jefe del Gobierno italiano a nivel internacional con el ambicioso objetivo de que los países miembros del G20, responsables de más del 80% de las emisiones globales, se comprometan a llegar a cero emisiones en el 2050, como establece el Acuerdo de París. Pero el desafío parece poco menos que inalcanzable, especialmente por la ausencia de dos actores fundamentales: el presidente ruso, Vladimir Putin, y el chino, Xi Jinping.

La ONU y los activistas medioambientales aspiran además a que los miembros del elitista club se comprometan a donar unos 1.000 millones de dólares al año para ayudar a los países más pobres a enfrentarse a los desafíos del calentamiento global. Otro tema clave en la agenda será la recuperación económica tras la pandemia, la reducción de las desigualdades derivadas de la crisis sanitaria y una distribución más equilibrada de las vacunas a nivel global.

Las tres ‘P’: personas, planeta y prosperidad, es el eslógan con el que la presidencia de turno italiana resume el espíritu de la cumbre, el primer gran encuentro internacional desde que estalló la pandemia de Covid19, que por primera vez en dos años reúne a los líderes de los países más desarrollados, que representan el 75% del comercio global y el 60% de la población mundial. El resultado tendrá una importante repercusión en la COP 26, que arrancará en Glasgow el próximo domingo.

Roma, blindada

Roma se blinda para acoger a los líderes del G20 este fin de semana. Unos 6.000 policías y militares vigilarán la Ciudad Eterna, donde están convocadas varias manifestaciones organizadas por ONG, activistas y grupos antiglobalización. La más numerosa espera reunir a unas 10.000 personas en el Circo Máximo, a sólo 6 kilómetros del barrio del EUR, sede de la cumbre. Las autoridades italianas temen que en las protestas puedan infiltrarse grupos de antivacunas radicales o neofascistas, y desplegarán un amplio dispositivo de seguridad.