Testimonio

El “ángel” de Jersón tiene apellido español

Vitaly Suárez consigue medicamentos y comida y los reparte entre los ucranianos de la única ciudad ocupada por los rusos

Vitaly Suárez durante una de sus entregas en Jerson
Vitaly Suárez durante una de sus entregas en JersonLa RazónLa Razón

A Julio Suárez le parece que su hijo arriesga demasiado. Una vez que la salida de Jersón se comprobó misión imposible, Vitaly, de 34 años, decidió dedicar su tiempo a hacer algo útil para los vecinos de la única gran ciudad ocupada por las tropas rusas al sur del país. Desde su domicilio en Alicante, Julio explica a LA RAZÓN en conversación telefónica cómo su hijo, al que adoptó hace muchos años tras casarse con su madre, ha acabado siendo el ángel de la guarda de esta localidad ucraniana que él también conoce muy bien.

«Vitaly creyó, como la mayoría, que no iba a pasar nada, por eso no vino para España. Pero, de pronto, un día a las cinco de la mañana suena el teléfono y era él. Los rusos ya estaban allí», recuerda. De esto hace un mes y medio, casi el mismo tiempo que lleva atendiendo a los civiles. Desde Jerson, el propio Vitaly responde a través de varios audios las preguntas de este periódico. «No me fue posible salir escapar, todo fue demasiado rápido. Por eso decidí quedarme y ayudar a la gente. Aquí no encontraron mucha resistencia. Las tropas ucranianas no pudieron repeler al enemigo, eran muy pocos».

La ciudad ocupada se ha convertido en una ratonera. Los rusos controlan todos los accesos y no permiten que salga nadie ni que entren los productos libremente. Ellos son los que controlan la ayuda humanitaria, que se encargan de repartir para lograr una mayor afección de los locales con escaso éxito. La mayoría se niegan a recibir alimentos del carcelero, lo que deja a miles de niños y personas mayores desabastecidos.

«Al llevar tantos años con nuestra oficina comercial en Jersón, tenemos buenos contactos. Gracias a esto conseguimos los suministros. Hablamos con las tiendas pequeñas y ellos nos venden los productos. Lo que más falta nos hace, sin duda, son los medicamentos. Hay mucha gente enferma que los necesita y muchos son imposibles de lograr. Es realmente complicado», explica Vitaly.

Un colaborador de Vitaly, en acción
Un colaborador de Vitaly, en acciónLa RazónLa Razón

La soledad se junta con la carencia de los más elemental para sobrevivir en un cóctel difícil de digerir. «Todos los casos son diferentes, los ancianos, sobre todo, me dan mucha pena. Están solos. Algunos me piden que me quede y les haga compañía, pero no puedo. Hay demasiada gente a la que atender». Desde primera hora de la mañana hasta que empieza el toque de queda impuesto por los rusos, Vitaly no descansa un minuto. Julio explica que esa red de contactos tan valiosa data de cuando la familia Suárez decidió en 2012 abrir una oficina comercial en Jersón para distribuir productos españoles, que hasta ese momento brillaban por su ausencia en los estantes de los grandes supermercados.

«Empezamos a llevar marcas potentes de comida y de bebida donde antes solo había etiquetas de origen italiano». Les iba bastante bien, el negocio crecía y todos parecían contentos hasta que en 2014 la situación comenzó a empeorar con la guerra en la península de Crimea. La Covid en 2020 acabó definitivamente con la buena racha y la familia decidió pasar el confinamiento en el Puerto de la Cruz, en Tenerife.

La reapertura del comercio una vez que lo peor del coronavirus había pasado llevó a Vitaly de nuevo a Jerson para volver a poner el negocio en marcha. Y allí le pilló esa otra plaga a la que trata de hacer frente. Reconoce que la situación no es fácil, que las cosas están mal: «Siempre estamos con miedo de que los soldados rusos nos paren. Hemos tenido algún problema, pero, por suerte, hasta el momento los militares nos han dejado continuar. Es verdad que la gente está muy tensa, tiene miedo y muchas necesidades. Lo que no tienen es libertad».

Las peripecias de Vitaly, sus éxitos y el agradecimiento de aquellos a los que logra ayudar están registrados en una página de Facebook que siguen miles de personas, «El diario de Vitaly». También le sirve para recaudar fondos con los que sufragar su caravana humanitaria. De España también ha salido parte de los suministros que este joven con la colaboración de un grupo de compatriotas ha conseguido entregar en mano. Es el caso de Lena, ucraniana que vive en León y que a través de esta cadena de ayuda logró que su madre, de 80 años y residente en Jersón, recibiera la medicación que necesitaba para seguir con vida. Lena pudo presenciar el momento grabado en video y asegura que no puede parar de llorar cada vez que lo ve.

Lo mismo le ocurre a Yulia, a la que la entrega de un medicamento a su hijo Andrey que llevaban semanas buscando le ha parecido un milagro. Pese a tan negro panorama, el «ángel» de Jersón con apellido español se muestra optimista: «Tenemos la esperanza de que se vayan. Nuestras tropas están luchando ya a las afueras de la ciudad para liberarnos».