Rusia

Putin planea una crisis alimentaria en África para inundar Europa de inmigrantes

Bombardeando silos ucranianos y subiendo los precios del grano ruso, Vladimir Putin ha extendido el campo de batalla al continente africano

Una mujer y un niño en la zona Sur de Omo, en Etiopía, afectada por la sequía de este año.
Una mujer y un niño en la zona Sur de Omo, en Etiopía, afectada por la sequía de este año.PROGRAMA MUNDIAL DE ALIMENTOSPROGRAMA MUNDIAL DE ALIMENTOS

El campo de batalla no se reduce a Ucrania. Putin lo sabe. En un mundo globalizado y donde el efecto mariposa se cumple con mayor precisión que nunca, cuando naciones situadas a miles de kilómetros del foco de una crisis sufren de forma directa las consecuencias del mismo, en el amplio espectro geopolítico del siglo XXI no se puede ganar una guerra acotando el campo de batalla. De la misma manera que las sanciones económicas impuestas por los aliados afectan a la práctica totalidad de los oligarcas rusos asociados al régimen de Putin (sin importar su residencia en el globo), Moscú ha comenzado una nueva estrategia, basada principalmente en el corte de suministros energéticos y alimenticios que exporta en enormes cantidades. Según un estudio actualizado de JP Morgan, Rusia y Ucrania representan por sí solas un 29% de las exportaciones de trigo mundiales, mientras que ambas potencias llevan a cabo un 60% de la producción global del aceite de girasol. Países como Egipto o Turquía compran la práctica totalidad de su trigo a Rusia, mientras otras naciones africanas, como Túnez o Senegal, dependen en un 50% del grano ruso para alimentar a su población. Un 25% del trigo que importa Nigeria procede de Rusia, un 20% en Mauritania, un 31% en Mozambique...

Putin lo sabe y piensa utilizarlo. A finales de marzo aseguró que la escasez alimentaria producida por la guerra en Ucrania “provocará una nueva ola migratoria, en especial a los países europeos”, dando a entender que nada en el Kremlin ocurre por casualidad y que su nueva hoja de ruta ya está encarrilada. El primer ministro irlandés, Michéal Martin, aseguró la semana pasada tras una entrevista con su homólogo ucraniano que “Vladimir Putin está preparando una colosal crisis migratoria desde África hacia Europa”, mientras sus fuerzas bombardean periódicamente los silos de grano más importantes de Ucrania, cosa que el Martin calificó de “una estrategia evidente” para provocar el pánico en la población africana.

Escasez e incertidumbre provocadas por la falta de alimentos y de energía, esta es una fórmula infalible para provocar grandes desplazamientos poblacionales en busca de un futuro mejor. La hambruna de 1985 en Etiopía hizo que 600.000 personas fueran desplazadas de sus hogares. La tremenda sequía sucedida en el Sahel durante el 2004 y el 2005 llevó a que el número de personas llegadas a España desde África ascendiera a números nunca vistos hasta la fecha. Según los datos facilitados por el Ministerio de Interior, 40.000 inmigrantes arribaron a las costas españolas en 2006, frente a los 15.000 de 2004. A falta de una herramienta mejor para desestabilizar Europa, Putin se escuda tras las sanciones para justificar su nuevo plan. Alega que son las sanciones impuestas a Rusia, junto con la obstinación de los ucranianos a la hora de rendirse, la única razón por la que avecina esta catástrofe humanitaria. Todavía está comenzando, ocurre poco a poco, día a día. Primero llega la noticia de que el precio del pan se ha disparado en numerosos países africanos; a continuación, el gobierno egipcio se ve obligado a subvencionar el trigo para sus ciudadanos; en las calles de Senegal se murmura con nerviosismo sobre la dificultad de sobrellevar el Ramadán con los actuales precios.

Luego se publican los datos del Ministerio del Interior y conocemos que la llegada irregular de inmigrantes africanos a España ha aumentado un 30% en 2022 frente a las mismas fechas de 2021. La conexión entre la escasez y la inmigración parece clara.

260 millones de personas caerán en la pobreza

En palabras de Vladimir Putin, la escasez “también conllevará un aumento de la inflación global”, que afectará especialmente a los países en vías de desarrollo y los empujará “hacia la tragedia de una hambruna masiva”. Los datos facilitados por OXFAM tampoco son esperanzadores. La ONG de ámbito internacional publicó en abril un informe donde se especificaba que 260 millones de personas adicionales caerán este año en la pobreza extrema (que equivalen a la población conjunta de Alemania, Francia, España y Reino Unido). Esta crisis afectará gravemente a la población del África subsahariana, que dedica un 40% de sus ingresos a la compra de alimentos frente al 17% que gasta Europa.

El conflicto en Ucrania está lejos de acabar, mientras el aire de las balas provoca una suerte de efecto mariposa que nos lleva hasta África y se convierte en un huracán. Por cada día que pasa, aumenta la incertidumbre. Se vive el mes del Ramadán en gran parte del continente y sus habitantes pueden aguantar la escasez del mes de abril, como si fuera un sacrificio añadido para ofrecer al Sublime. Dentro de dos días entraremos en un mes de mayo agitado, acabará el Ramadán con la celebración del Eid al-Fitr y los estómagos rugirán con fuerza en su camino a la “abundancia” europea.