Crisis en Malí

¿Cómo afecta a España que Malí salga del G-5 Sahel?

El Gobierno de Bamako anunció el domingo su salida del G-5 Sahel, poniendo en duda la continuidad de la misión europea de lucha antiyihadista

Soldados españoles tras un ejercicio con las FAMA.
Soldados españoles tras un ejercicio con las FAMA.M.TEMPRANO

Malí avanza un paso más hacia su abismo. Después de expulsar del país a las fuerzas francesas desplegadas en el marco de la Operación Barkhane, la junta militar que gobierna el país desde el golpe de Estado en agosto de 2021 ha decidido dar un paso más en el aislacionismo al que se dirige. El domingo se expidió un comunicado diciendo que el Gobierno maliense “rechaza firmemente el argumento de un Estado miembro del G5 Sahel, que avanza la situación política interna nacional para oponerse al ejercicio por parte de Malí de la presidencia del G5 Sahel” y anunciando la retirada de Bamako de la organización. Esta nueva situación viene de la negativa del resto de países miembros del G-5 Sahel (unión de Estados con fines antiterroristas y conformada por Mauritania, Malí, Burkina Faso, Níger y Chad) ante la perspectiva de que Malí asuma la presidencia rotativa de la organización. Malí sufre además desde hace meses las sanciones impuestas por países del G-5 y diversos Estados de África Occidental.

Desinformación rusa

Los roces nacieron ante la negativa del gobierno provisional a convocar elecciones. A mediados de abril, los gobiernos africanos urgieron al coronel Assimi Goita, actual presidente del país, para que adelantase la convocatoria de elecciones generales que condujeran a una democracia efectiva, petición que el Goita contestó convocando elecciones... para dentro de dos años. Las sanciones se multiplicaron entonces contra el gobierno ilegítimo de Bamako que, apoyado por la propaganda rusa y los mercenarios del Grupo Wagner enviados desde Moscú, ha decidido hacer frente a sus antiguos aliados europeos y africanos: comenzó expulsando a las tropas francesas desplegadas en el país bajo el marco de la Operación Barkhane de lucha antiyihadista, para luego hacer los mismo con la agrupación de fuerzas especiales internacionales “Takuba”. Estas expulsiones fueron posibles no solo gracias a las presiones de Goita y sus adláteres, sino también por una extensa campaña de desinformación orquestada por expertos rusos en comunicación de masas. Los expertos calculan que el Kremlin ha efectuado hasta tres campañas de desinformación en el país africano. El apoyo que mostró la población local a las tropas francesas en 2013 ha transfigurado en un rencor fundamentado en los fantasmas del colonialismo y en los rumores de que “los soldados franceses nos roban el oro”, que es el material más preciado en el país suponiendo un 94% de sus exportaciones.

El golpe de Estado, una negativa a convocar elecciones, el aislacionismo, los rencores alimentados por la propaganda rusa y el aumento de la violencia en el centro del país han motivado un distanciamiento de Malí respecto a sus países vecinos. Esta es una guerra silenciosa porque aquí no estallan las bombas de vacío y el eco del Kalashnikov se disipa a los dos kilómetros. Y sin embargo, España y Europa en su conjunto se ven directamente afectadas por el desarrollo de este conflicto iniciado en 2012 por la intromisión de grupos yihadistas en el Sahel. Las decisiones del gobierno liderado por Assimi Goita se traducen en números. Sin ir más lejos y tomando de referencia las estadísticas del último lustro, Malí es el segundo país africano cuyos nacionales realizan un mayor número de cruces irregulares en las fronteras europeas, mientras que Bamako se ha convertido en uno de los puntos de partida principales para las rutas de inmigración que suben desde la región hasta nuestras costas. La estabilidad del país es de una importancia fundamental para regular la llegada de inmigrantes ilegales al territorio europeo. Por otro lado, la creciente presencia yihadista en Malí aumenta el riesgo de que células terroristas se introduzcan en España y el resto de Europa.

Ronda de dudas en Europa

Joseph Borrell, el Alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, expresó en una rueda de prensa que “en el contexto actual, la UE sólo puede estar más preocupada por las consecuencias de esta elección en la seguridad de la población de Mali y de la subregión”, en referencia a los peligros que supone la nueva estrategia de Bamako.

La misión de entrenamiento EUTM Malí cuenta con una importante contribución española (más de la mitad de los efectivos desplegados pertenecen a nuestro Ejército) y queda integrada dentro de la lucha antiterrorista del G-5 Sahel. Los mandos militares españoles desplegados en el terreno ignoran si la salida de Malí de la organización supondrá un cambio en la estrategia de la misión europea, aunque se prevé que será necesario adecuarse a los últimos cambios impulsados por Goita. En los próximos días conoceremos las consecuencias inmediatas del nuevo panorama. Por el momento, ya queda clara la nueva estrategia del presidente de Malí, que ha decidido rechazar los métodos europeos de lucha antiterrorista para abrazar una nueva metodología rusa, basada en las masacres de civiles (como la ocurrida en Moura hace dos meses, cuando las Fuerzas Armadas malienses asesinaron a 300 civiles en colaboración con mercenarios rusos), la extorsión y la política de terror fundamentada en campañas de desinformación que, según los expertos, lejos de conseguir la ansiada paz solo llevan a radicalizar aún más a la población exhausta de guerras y políticas autoritarias.