Guerra

Turquía reitera su veto a la entrada de Suecia y Finlandia en la OTAN

Sin el visto bueno del país otomano, no podrán comenzar las negociaciones de Helsinki y Estocolmo con la Alianza Atlántica

El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan
El presidente de Turquía, Recep Tayyip ErdoganlarazonAgencia AP

Puede que el camino de adhesión a la OTAN de Suecia y Finlandia se haya vuelto más escarpado de lo inicialmente previsto. La jornada de ayer comenzó temprano con la solicitud formal de los dos países para formar parte de la Alianza, un paso necesario para quedar protegido por la cláusula de defensa colectiva de la organización militar del uno para todos y todos para uno. Tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia, los dos países han abandonado su tradicional política de neutralidad vigente durante décadas al haber visto las orejas al lobo.

Los embajadores de los dos respectivos países, Klaus Korhonen y Axel Wenhoff,  entregaron en persona al secretario general, Jens Soltenberg sus correspondiente “cartas de intención”, documentos firmados por sus ministros de Exteriores y que suponen la solicitud formal para formar parte del club que aglutina a 30 países.

Pero aunque Stoltenberg calificó este hecho como un “paso histórico”  y vaticinó una tramitación rápida ya que los dos países cumplen los criterios tanto políticos como técnicos, ayer llegó la primera piedra en el zapato. La primera reunión del Consejo Atlántico que aglutina a los embajadores ante la OTAN terminó con fumata negra ya que Turquía se negó a dar su brazo a torcer. El presidente turco Recep Tayyi Erdogan acusa a Estocolomo y Helsinki de albergar a grupos terroristas. Según la agencia oficial de noticias turca, los dos países se han negado a extraditar a 33 miembros de las organización FETO y PKK en los últimos cinco años.

El PPK, la guerrilla kurda que actúa en Turquía, es considerada un grupo terrorista tanto por parte de Washington como por Bruselas pero esta distinción no está tan clara con las milicias kurdas de Siria que reciben el apoyo de EEUU en su lucha contra el yihadismo

Las relaciones entre los dos países nórdicos y Turquía tan poco han sido fáciles desde que en 2019 ambas naciones impusieran el embargo de armas contra el país debido a su incursión en Siria y ahora Erdogan se está cobrando la revancha.

“No vais a entregar a los terroristas pero pedís entrar en la OTAN. No podemos decir sí a privar de la seguridad a esta organización de seguridad”, advirtió ayer el presidente del país en un discurso ante los diputados de su partido para después recordar la laxitud mostrada por Turquía con otros países en la misma situación como Grecia o Francia. “A un musulmán no se le puede morder dos veces”, aseguró el mandatario turco.

Se espera que tras el veto turco, Stoltenberg comience una ronda de  conversaciones con las diferentes delegaciones para intentar desencallar la situación. Erdogan ya ha avisado de que “no servirán de nada” las visitas de los emisarios de Suecia y Finlandia.

Ahora el camino parece más incierto que nunca. Se esperaba que la cumbre de la OTAN estos 29 y 30 de junio sirviera como fecha de acogida a los dos países, aunque después debe completarse el proceso de ratificación de todos los países de la Alianza según los procedimientos nacionales. Mientras algunos  países como Reino Unido no requieren el aval del Parlamento, otros como Estados Unidos necesitan dos tercios del Senado. En todo caso, se esperaba a principios de 2023 los dos países fueran miembros del pleno derecho de la organización, pero el veto de Turquía siembra incertidumbre sobre un calendario preciso.

Se espera  que el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, intente encauzar las negociaciones una reunión con su homólogo turco, Mevlut Cavusoglu en Nueva York. Por su parte, los países europeos han respaldado sin dudas la entrada de estos dos países en el seno de la Alianza.

La guerra con Ucrania está rompiendo progresivamente ciertos tabúes vigentes durante décadas. De hecho, el Ejecutivo comunitario propuso ayer un nuevo instrumento sufragado con 500 millones del presupuesto comunitario para que los países europeos compren armas de manera conjunta con el objetivo de evitar duplicidades y la escalada de precios, después de que el envío de armas a Kiev haya dejado las existencias  europeas bajo mínimos. Además, a corto plazo Bruselas también defiende la necesidad de sustituir los equipos heredados de la era soviética y fortalecer las capacidades de defensa antiaérea.