Misterio

Así es el “agujero azul”, la catedral submarina que se ha convertido en un cementerio de submarinistas

Los pescadores locales afirman que el lugar está maldito tras la muerte de una niña que se quitó la vida para evitar un matrimonio concertado

Imagen aérea del agujero azul "Blue Hole" egipcio
Imagen aérea del agujero azul "Blue Hole" egipcioLa Razón

Agujero azul (Blue Hole). Este es el sugerente nombre de uno de los lugares submarinos más bellos del planeta. Considerado como una de las maravillas naturales del mundo y calificada como una catedral submarina atrae a cientos de submarinistas cada año.

Ubicado en el Mar Rojo, frente a la costa Egipcia, tiene un lado misterioso que lo hace aún más atractivo para los amantes de las emociones fuertes. El agujero azul es un sumidero de 120 metros de profundidad, con un túnel desorientador de 26 metros, en el que los datos oficiales dicen que han muerto alrededor de 40 personas pero que en realidad superan el centenar. Y en muchos de los casos, los cuerpos nunca fueron recuperados.

El agujero azul se formó por la acción conjunta de los procesos de tipo karst sobre las calizas recifales que bordean la península del Sinaí en la zona del golfo de Aqaba. Su origen se remonta a la última glaciación, cuando el nivel del mar estaba varias decenas de metros por debajo del nivel actual. En la actualidad se encuentra inundado por agua marina y su nombre proviene de su localización a pocos kilómetros de la ciudad egipcia de Dahab.

El Blue Hole es para los submarinistas lo mismo que el Everest para los montañeros. Un reto, un sueño, en el que han muerto muchas personas en el intento de lograrlo pero por el que merece la pena arriesgar la vida.

Pero qué tiene de especial Blue Hole que no tengan otros lugares similares. En primer lugar, la mística es importante. El segundo, el reto de descender por sus más de 100 metros y atravesar el temido túnel de 26 metros de longitud situado a 52 metros de profundidad, que no es especialmente complicado pero que para muchos submarinistas ha sido una auténtica tortura. La dificultad de respirar a cierta profundidad, con la presión del agua, provoca que se produzcan muchos casos de narcosis de nitrógeno. Y como consecuencia de ello, una alteración reversible del estado de conciencia similar a la intoxicación alcohólica o a la inhalación de óxido de nitrógeno que impiden distinguir cosas tan sencillas como distinguir entre arriba y abajo.

Esta capacidad de desorientar a sus visitantes también le ha valido el apodo de “éxtasis de las profundidades”. Algunos buzos han llegado a relatar que han visto una luz blanca brillante y que han nadado hacia ella pensando que era la salida a la superficie cuando en realidad sólo era fruto de su imaginación.

La leyenda del lugar se remonta a 1997, año en el que los cuerpos abrazados de dos buzos irlandeses fueron rescatados del lugar. A partir de ese momento, muchos de los pescadores beduinos locales comenzaron a pensar que el lugar está embrujado y atribuyen las tragedias a una antigua maldición: En el lugar mora el espíritu de una niña que se ahogó en el lugar para evitar un matrimonio concertado con un hombre al que no quería.

Tras la muerte de estos dos jóvenes irlandeses se colocó una placa en su nombre en una zona cercana. Fue la primera de las muchas que llegarían después y que darían a la zona ese aspecto de extraño cementerio en la costa.

En 1998 se produjo otra trágica muerte, en la que todo lo que podía salir mal, ocurrió. La víctima fue la buceadora argentina Barbara Dillinger. Durante la inmersión, Dillinger sufrió un ataque de pánico durante la inmersión y salió a la superficie demasiado rápido, sin realizar las necesarias paradas de descompresión, lo que le produjo una sobrepresión pulmonar. Durante el traslado a una cámara hiperbárica, el oxígeno de su botella se acabó y las que llevaba la ambulancia estaban todas vacías. Además, el vehículo de emergencias se quedó sin combustible, Todo estaba encaminado a que acabara mal. Y así fue. A pesar de que los instructores de buceo que acompañaban a Dillinger fueron a por gasolina tardaron hora y media. Cuando llegaron la joven argentina ya estaba muerta.

Dos años después se produjo el caso más mediático, el de Yuri Lipski, un israelí-ruso cuyo destino dio un giro macabro a su vida y quedó inmortalizado en una grabación que aún circula por internet y que es una advertencia para todos aquellos que quieran intentar descender a “los infiernos”.

A pesar de todo, la afluencia de público no ha cesado y los buzos locales sostienen que son todo habladurías y que no existen ni maldiciones, ni monstruos ni sirenas que se dediquen a perseguir a los turistas.

Placa en recuerdo a Yuri Lipsky, que perdió la vida en el BLue Hole en el año 2000
Placa en recuerdo a Yuri Lipsky, que perdió la vida en el BLue Hole en el año 2000La Razón

Tarek Omar es uno de los “sherpas” submarinos que trabajan en la zona. Conocido con el escalofriante apodo de “recolector de huesos” ha sido el responsable del rescate de numerosos cadáveres pero considera que el lugar no es peligroso por lo complicado del recorrido, sino todo lo contrario. Según indicó al diario alemán “Der Spiegel”, “no es difícul bucesar en el Blue Hole, todo lo contrario. Y eso es lo que lo hace peligroso porque muchos buzos subestiman el agujero y eso se convierte rápidamente en una trampa”.